La visita del Papa San Juan Pablo II a Guinea Ecuatorial cumple hoy 39 años

"Me llevo conmigo", dijo, "el recuerdo de vuestro entusiasmo cristiano y cortesía, la sonrisa de los niños, las esperanzas de los jóvenes, las experiencias alegres y dolorosas de los adultos, los propósitos de las personas de vida consagrada. Por todos pediré paz y serenidad", dijo el Papa antes de abandonar nuestras tierras.

La visita del Papa San Juan Pablo II a Guinea Ecuatorial cumple hoy 39 años

Fue un miércoles una fecha como hoy 18 de febrero de 1982 cuando el avión pilotado por un ruso llamado Anatoli, de marca Yak-40, de fabricación soviética aterrizaba en el aeropuerto de Malabo a bordo del máximo representante del Vaticano San Juan Pablo II.

El avión papal había salido del aeropuerto de Libreville, la capital de Gabón, donde llegando a nuestro país en la tarde de aquél histórico miércoles dieciocho de febrero del ochenta y dos. El Papa visitó primero Malabo, donde el Presidente de la República, Obiang NGUEMA MABASOGO le rindió honores por dignarse a visitar a su país. Permaneció sólo una hora en Malabo y salió enseguida para Bata, donde unas 20.000 personas le recibieron. «He querido traer una mayor cercanía de la Iglesia, que mira con simpatía profunda a los hijos de esta nación y desea alentarlos en la búsqueda de ese futuro mejor que justamente tratan de lograr», dijo el Papa en su discurso, y añadió: «La Iglesia en Guinea desea colaborar con lealtad al bien común, poniendo a disposición su ayuda para la elevación moral de las personas, su obra en favor de la reconciliación de los espíritus y su servicio en los campos educativo y asistencial».

«Sé bien que en el pasado habéis tenido que soportar a veces graves dificultades», y alentó a «promover la dignidad de las personas en todo el país».

El Papa, que llegaba a traía a nuestras tierras  un mensaje de paz y de reconciliación –así se lo habían pedido los misioneros. Ya en la ciudad de Bata se improvisaron un altar en la plaza de la Libertad donde Juan Pablo II en compañía del entonces arzobispo de Malabo monseñor Rafael María Nzé Abuy, oficializaron la eucaristía.

Desde el altar, el María NZÉ ABUY predicó diciendo «Santidad», dijo, «hemos sido víctimas de una auténtica persecución religiosa», y añadió, hablando siempre en español: «nos secuestraron nuestras iglesias y escuelas, encarcelaron, torturaron y persiguieron a nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas». Y pidió al Papa una bendición para el actual presidente quien, dijo, «ha restituido la libertad a nuestra iglesia joven».

Por su parte, el papa dijo «no podía faltar una presencia mía aquí, para encontrarme con todos vosotros, queridos hermanos y hermanas de esta hermosa isla que habéis venido a verme. Esta permanencia en Malabo y la sucesiva en Bata son prueba de mi profundo afecto por vosotros y por todos los hijos ecuatoguineanos, de las islas, del continente y los que viven fuera, así como del recuerdo que en tantas ocasiones os acompaña, y que se hace plegaria por vuestras intenciones y necesidades«.

Antes de tomar el pequeño reactor soviético en el aeropuerto de Bata, entre palmas y magnolias, el Papa leyó unas palabras de despedida con voz agotada por el cansancio y el calor insoportable: «Me llevo conmigo», dijo, «el recuerdo de vuestro entusiasmo cristiano y cortesía, la sonrisa de los niños, las esperanzas de los jóvenes, las experiencias alegres y dolorosas de los adultos, los propósitos de las personas de vida consagrada. Por todos pediré paz y serenidad».

Acabada ya la visita en nuestro país, antes del anochecer, el Papa volvió a Libreville, en Gabón, para retorno a Roma.

A día de hoy la visita de San Juan Pablo II sigue presente en la mente de la mayoría de los ecuatoguineanos presentes en aquella homilía oficializada en la Plaza de la Libertad en Bata. Inclusive, el mismo lugar es considerado como un terreno de peregrinación y fuente de turismo para aquellos que visitan nuestro país.

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