Las lenguas vehiculares de África

La rápida urbanización de África es el fenómeno que más está cambiando el mapa lingüístico del continente, fomentando la aparición de nuevas lenguas vehiculares.

Inglés, francés o portugués, las lenguas coloniales, siguen siendo las lenguas oficiales de la mayor parte de los países de África subsahariana, una región donde se hablan más de 2.000 lenguas, siendo difícil determinar exactamente cuántas. En este contexto, durante la descolonización del continente, y para evitar conflictos interétnicos, se dio prioridad a las lenguas que ya se usaban en la administración colonial por encima de las lenguas de los distintos grupos étnicos, por muy numerosos que estos fueran.

No obstante, esto chocó con la realidad. La mayor parte de la población no tenía conocimientos de estos idiomas, con estructuras extrañas y sonidos muy diferentes a las de las lenguas nativas de África, y quienes conocían algo de estos idiomas, fuera de las élites, rara vez llegaban a dominarlos. Así, mientras se iban construyendo países y Estados nación fue necesario encontrar lenguas que sirviesen para la comunicación interétnica, especialmente en las cada vez más diversas ciudades.

En Europa, cuando se produjo el mismo proceso, se acabó por adoptar la lengua de un grupo cuando era claramente dominante (el castellano o el inglés en España y las islas británicas respectivamente). Se crearon nuevos idiomas que aglutinaban lenguas más o menos próximas (como el francés sobre las lenguas de oïl, el alemán estándar sobre las diferentes lenguas alto y bajo gerámicas ininteligibles entre ellas, o el italiano moderno a partir del toscano literario) o aparecieron lenguas macarrónicas o pidgin en contextos comerciales. Para comunicarse entre grupos con idiomas marcadamente diferentes (como el ya extinto sabir).

Los mismos procesos, se están dando en África en la actualidad. En la mayor parte de Senegal y Gambia el wólof, la lengua de la etnia mayoritaria de Senegal, se ha convertido en lengua vehicular frente al francés e inglés administrativos, al igual que el akán en Ghana, el bemba en Zambia, el shona en Zimbabue, el setsuana en Bostsuana, el chewa en Malaui o el tigriña en Eritrea. Aunque otras veces no es la lengua del grupo mayoritario, sino del que tradicionalmente ha ejercido el poder, como el amárico en Etiopía, donde los amharas fueron quienes crearon el país moderno.

En otros se ha creado un idioma nacional más o menos estandarizado que ha acabado difiriendo de las lenguas sobre las que se basa, como el somalí, el malgache o el suajili. Aunque el suajili es una lengua especial, ya que era la lengua de un grupo musulmán minoritario dedicado al comercio y a la pesca de las costas de Tanzania y Kenia, y que se ha convertido en la lengua propiamente africana más hablada, siendo empleada por un 10% de la población del continente, habiéndose convertido en idioma oficial de Tanzania, Kenia, Uganda, Comoras (en su dialecto local) y las regiones orientales de la República Democrática del Congo.

Otras son lenguas de comercio, a veces asociadas a un grupo étnico dedicado al comercio que las ha extendido como lenguas francas o vehiculares por un amplio territorio, como el mandé en África occidental o el fula y el hausa (cuyo peso demográfico también explica su difusión en Níger y el norte de Nigeria) en el Sahel. Pero otras veces estas lenguas del comercio no pertenecen a ningún grupo en concreto, sino que surgen del mestizaje y son lenguas criollas que terminan por imponerse, como el lingala en torno al río Congo o el sango en la República Centroafricana.


Un caso especial es el árabe, lengua vehicular de todo el norte del mapa de África. En su origen era la lengua franca del comercio y la liturgia del Imperio árabe, pero poco a poco fue adoptada como lengua materna en muchos países, aunque quedan importantes minorías con sus propias lenguas maternas, como los bereberes. No obstante, cada país ha acabado adoptando una variedad dialectal como lengua franca, y en países como Chad y Sudán del Sur se ha convertido en lengua vehícular por factores históricos y políticos sin que haya importantes comunidades que lo hablen de forma materna.

A estas lenguas hay que añadir numerosas lenguas criollas o pidgin indoeuropeas, basadas en lenguas coloniales que han evolucionado de forma propia en África. Entre ellas se encuentra el afrikáans, derivado del neerlandés, lengua vehicular en Namibia y Sudáfrica, aunque su asociación al apartheid, y a la minoría blanca que lo ejercía le ha hecho perder terreno frente al inglés (dejando de ser lengua oficial en Namibia). También lenguas basadas en el francés, inglés y portugués, y surgidas como método de comunicación interétnicas por hablantes que no dominaban las lenguas coloniales, dando lugar a pidgins como el caboverdiano, el criollo guinensi hablado en Guinea-Bisáu y Casamanza (Senegal), el krio sierraleonés, el kolokwa basado en el inglés sureño estadounidense llevado por los exesclavos a Liberia. El pidgin nigeriano, el kamtok de Ambazonia (mal llamado «Camerún francófono») o el mas reciente camfrangláis de Camerún, eminentemente urbano y hablado sobre todo en Duala a partir de la fusión de pidgins de base inglesa y francesa.

La creciente y rápida urbanización de África es el fenómeno que más está cambiando el mapa lingüístico de África, a medida que las ciudades crecen llega más y más población de diferentes grupos étnicos que se ven forzadas a compartir espacios y vidas, siendo necesario buscar nuevas lenguas vehiculares. Un lugar paradigmático es Gauteng, la región urbana sudafricana donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria, allí ha surgido el soto de Pretoria, una lengua franca entre los hablantes de los diferentes idiomas soto (setsuana, sesoto y soto del norte); pero también diferentes tsotsitaals (tsotsitaal origial e iscamtho), una mezcla entre soto y afrikáans que viene a significar lengua criminal debido a sus orígenes. Pero que en la actualidad, son un conjunto lenguas vehiculares pidgin entre los diferentes suburbios negros de Johannesburgo y que han ido abandonando la base gramatical afrikáans en favor de bases soto y zulúes.

En este contexto, es frecuente la diglosia y triglosia donde la gente mantiene una lengua materna y alterna de idioma según el contexto, siendo frecuente mezclar varios idiomas incluso en una misma conversación. Así se puede hablar una lengua en el hogar, otra en el comercio, otra para asuntos administrativos y otra en las relaciones sociales del barrio, con lenguas que se superponen y entremezclan hasta un punto difícil de cartografiar.

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