El mejor Rafa Nadal barre a Djokovic para su 13º Roland Garros y el récord de Federer

Rafa Nadal da una lección arrasando a Novak Djokovic para ganar su 13º Roland Garros y llegar al récord de 20 Grand Slam de Federer

El mejor Rafa Nadal barre a Djokovic para su 13º Roland Garros y el récord de Federer

Era un día grande, y Rafa Nadal lo coronó como un coloso. Barrió al número uno mundial (6-0, 6-2 y 7-5 en 2h.41’), a su mayor enemigo, el serbio Novak Djokovic, 33 años, para dejar constancia de que es amo y señor de Roland Garros conquistando su decimotercer título y un opositor completo a la etiqueta de mejor de la historia: sumó su 20ª corona de Grand Slam, igualando el récord de Roger Federer. Selló con un ‘ace’, para arrodillarse en su tierra. Minutos después, con la mascarilla enfundada para la ceremonia, apenas contenía las lágrimas.

No hay techo para el balear mientras mantenga la ilusión y se sienta competitivo. La única cubierta, la estrenada de la central Philippe Chatrier. Llovió minutos antes de la tres de la tarde, hora fijada para el duelo, y la organización decidió que se vería la primera final ‘indoor’ de la historia. Paquete completo a un Roland Garros desplazado de primavera a otoño por el coronavirus, con sólo 1.000 espectadores de aforo, unas bolas tachadas de lentas y pesadas y mucho frío. Pero el mismo resultado. Rafa es Rafa y Roland Garros es Roland Garros. Juntos son invencibles.

Vapuleó con su victoria 100, en 102 encuentros, a un adversario que mantiene el pulso en la carrera de Grand Slam con diecisiete coronas, el mejor de la edición de 2016, que había ganado 37 de sus 38 partidos anteriores este curso. Todo menos su cita que concluyó con descalificación en el US Open. Pero fue triturado por Rafa Nadal, que por cuarta vez gana Roland Garros sin ceder un set. Antes lo había hecho en 2008, 2010, 2017.

También había metido un ‘rosco’ previamente en una final de París, a Roger Federer en 2008, 6-1, 6-3 y 6-0. Esta vez le tocó a Djokovic. Y qué 6-0 más espléndido para uno y doloroso para el otro. 45 minutos de exhibición del balear, con sólo dos fallos (14 errores no forzados en el global) aun siendo agresivo, cazando cada punto clave, martirizando a ‘Nole’, frustrando enseguida su táctica de dejadas y globos. La derecha de Nadal voló, el revés cruzado crucificó y el saque aportó aplomo (una sola rotura, ya en el tercer set). Un despliegue lanzado desde una mente privilegiada y apoyado en unas piernas poderosas. Mucho ADN, aún más trabajo, con un equipo de trabajo y una familia que conforman un núcleo indestructible. Vital.

En su sólo segundo torneo en siete meses, Rafa Nadal ganó su 86º título, 60º en tierra batida, segundo del curso tras Acapulco el último día de febrero. Un talón de 1.600.000 euros. Una réplica de la Copa de los Mosqueteros, cuyo original paseará durante unas horas tras recibirla del italiano Nicola Pietrangeli. El segundo campeón más veterano de Roland Garros, por días (34 y 130 Rafa, 34 y 306 Andrés Gimeno) protagonizó otra gesta, por los elementos y las circunstancias.

Tiene mucho mérito acaparar una final de Grand Slam con tal suficiencia, desquiciando a otro grande de este deporte. Quizás Djokovic no se libre de alguna crítica por haberse desesperado, pero lo intentó. Celebró recuperar un ‘break’ abajo como si le fuera la vida. El último estertor de quien había vencido en sus cinco finales de Grand Slam anteriores.

Lo único seguro es que un Nadal excelso, libre de problemas físicos, tritura a cualquiera en el templo de la tierra batida. Es un dios.

 

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