El ex presidente de Burkina Faso, Blaise Compaore, fue condenado a cadena perpetua por complicidad en el asesinato de su predecesor Thomas Sankara en 1987 en un golpe de Estado, según dictaminó el miércoles un tribunal militar.
El carismático revolucionario marxista Sankara fue asesinado a tiros en la capital de la nación de África Occidental, Uagadugú, a la edad de 37 años, cuatro años después de haber tomado el poder en un golpe anterior.
Compaore fue acusado en ausencia junto con su antiguo jefe de seguridad Hyacinthe Kafando, que también fue condenado a cadena perpetua. Ambos han negado previamente cualquier implicación en la muerte de Sankara junto con otros 12 acusados de participar en el complot, tres de los cuales fueron declarados inocentes el miércoles.
«El tribunal declara a Blaise Compaoré y a Hyacinthe Kafando culpables de atentado contra la seguridad del Estado, complicidad en el asesinato y ocultación de un cadáver», declaró el tribunal en su sentencia.
Compaoré gobernó durante 27 años antes de ser derrocado en otro golpe de Estado en 2014 y huir a Costa de Marfil, donde se cree que sigue viviendo.
Conocido cariñosamente como el «Che Guevara» de África, Sankara asumió el poder con la promesa de frustrar la corrupción y las influencias postcoloniales, denunciando la ayuda extranjera como mecanismo de control. Puso en marcha la vacunación masiva contra la polio, prohibió la circuncisión femenina y la poligamia, y fue uno de los primeros líderes africanos en reconocer públicamente la creciente epidemia de sida como una amenaza para el continente.
Antiguo piloto de caza, Sankara se ganó el apoyo de la opinión pública de esta empobrecida nación vendiendo una flota gubernamental de Mercedes, bajando el sueldo de los funcionarios acomodados y prohibiendo los viajes estatales en primera clase. Recortó su propio salario, se negó a trabajar con aire acondicionado y corrió por Uagadugú sin compañía.
Los críticos afirman que sus reformas recortaron las libertades y apenas enriquecieron a los ciudadanos de a pie. Pero la admiración se mantiene.