El complot de la bomba de 2000 fue uno de varios atentados contra la vida de Hasina en una ola de violencia por parte de extremistas islámicos que estaban enojados por su postura secular en ese momento, publica The Guardian.
Desde entonces, una importante represión contra los grupos islamistas locales ha provocado la muerte de más de 100 extremistas en redadas de la policía y la detención de más de 1.000 presuntos militantes.
Un tribunal de vía rápida dictó condenas a muerte a los 14 acusados, cinco de ellos en fuga, después de que fueran declarados culpables de sedición y conspiración criminal, dijo a la AFP el fiscal Abu Abdullah Bhuilyan.
Colocaron dos bombas en los terrenos de una universidad donde Hasina debía dirigirse a un mitin. Los dispositivos fueron descubiertos y desactivados.
«Son extremistas islamistas pertenecientes a HuJI (Harkat ul Jihad al Islami) y JMB (Jamayetul Mujahideen Bangladesh)», dijo, refiriéndose a los grupos extremistas locales acusados de una serie de atentados con bombas y granadas mortales en la década de 2010.
Mufti Abdul Hannan, líder del capítulo de HuJI de Bangladesh entrenado en Afganistán, y dos de sus asociados fueron ejecutados en 2017 por un intento de matar al Alto Comisionado británico en Dhaka.
El gobierno de Hasina también ejecutó a cinco altos líderes del partido islamista más grande de Bangladesh, Jamaat-e-Islami, entre 2013 y 2016 por crímenes de guerra durante la guerra de independencia del país en 1971 contra Pakistán.
El fiscal Bhuiyan dijo que dos de los 14 condenados a muerte son hermanos del líder de HuJI, Hannan, y otro su cuñado.
Bangladesh condena a muerte a decenas de personas cada año, pero solo un puñado de personas es ejecutado.
Bangladesh ha ahorcado a 23 personas desde 2013, mientras que alrededor de 1.750 están en el corredor de la muerte, según un grupo local de derechos humanos.