A nadie extrañó que, horas después de que Hope Hiks comenzara a experimentar los primeros síntomas y se diagnosticara su positivo en Covid, el siguiente en caer fuera Donald Trump. Más sorprendente fue para muchos, debido a la poca intimidad que comparte el matrimonio, que Melania también se hubiera infectado.
El positivo de Hiks ha obligado a poner en cuarentena y a realizar el test al núcleo más próximo al presidente que ha confirmado su contagio y el de su esposa en Twitter. Ella es su asesora favorita y una de las colaboradoras más atractivas, leales e inteligentes de Trump.
La meteórica carrera de Hope Hiks (31 años), licenciada en Literatura Inglesa por la Universidad Metodista del Sur de Dallas y campeona de lacrosse, un deporte muy popular entre los escolares, comenzó de la forma más casual cuando en 2011, en un evento de la Superbowl, conoció a un colega que la pondría en contacto con Harvey Weinstein.
A partir de entonces, la marca de moda de Ivanka Trump comenzó a contratar los servicios de Hiltzik Strategies, la compañía en la que Hicks trabajaba como relaciones públicas.
Su amistad con Ivanka propiciaría su rápido ascenso en la Trump Organization y a su gran jefe, no le pasó desapercibida aquella discreta y bella modelo. Tanto es así que cuando el empresario anunció su candidatura a la presidencia, decidió ficharla en su equipo de comunicación, para hacerse cargo de su cuenta de Twitter.
Al ganar las presidenciales y tras la dimisión en cascada de sus tres primeros directores de comunicación, Michael Dubke, Sean Spicer y Scaramucci, a pesar de su juventud y su inexperiencia política, Trump confió en ella de nuevo para ocupar uno de los puestos más importantes de su administración. Un nombramiento que levantó no pocas suspicacias en Washington ante la complicidad y excesiva proximidad de Hinks al recién nombrado presidente. Era casi la otra Primera Dama, junto a su íntima amiga, Ivanka Trump.
Hope Hiks, pieza clave de la administración Trump, no duraría mucho en su complicado puesto. Renunciaría a él ante la presión tras reconocer sus “mentiras blancas” para proteger a su jefe a mantenerse en el Despacho Oval, tras la escandalosa trama rusa.
La lealtad de Hope Hiks a Trump, clave de su meteórico ascenso
Su lealtad fue reconocida por Trump al aceptar su renuncia: “Hope es sobresaliente y ha hecho un gran trabajo durante los últimos tres años. Es muy inteligente y considerada, así como una gran persona. Extrañaré tenerla a mi lado, pero cuando me consultó para buscar otras oportunidades, lo entendí totalmente”, dijo el presidente Trump en un comunicado facilitado por la Casa Blanca-.“Estoy seguro de que trabajaremos juntos de nuevo en el futuro”. Su despedida con beso incluido y los halagos del Presidente a su más estrecha colaboradora dieron lugar a comentarios de todo tipo y a que la pareja se convirtiera en pasto de los memes en las redes sociales.
No le costó encontrar trabajo. Fue el propio Trump quién recomendó a su protegida al mismísimo Rupert Murdoch quién la nombró, en octubre de 2018, vicepresidenta ejecutiva y directora de comunicación de New Fox, la reorganización que resultará del gigante de la familia Murdoch tras la venta de su división 21st Century Fox Inc. a Disney.
Tras un tiempo al frente de la multinacional, Trump volvió a rescatarla para la campaña a las reelecciones. Hiks vuelve a ser una de las personas más próximas al presidente de Estados Unidos y le acompaña a todos los actos públicos. En ellos, el presidente evita el uso de la mascarilla y no por ello, evita acercarse más de lo debido a sus colaboradores, muchos de los cuales como la propia Hiks tampoco cumplen las medidas de seguridad necesarias para evitar la propagación del virus.
Hicks acompañó a Trump esta semana al debate presidencial realizado en Ohio y viajó con él en el avión presidencial, por lo que apenas se supo de su contagio comenzaron a encenderse las alarmas entre los asesores del mandatario, que ven peligrar la campaña electoral.
A 32 días de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, la noticia llena de incógnitas la carrera electoral en un país donde la pandemia de coronavirus, cuya gravedad Trump ha minimizado durante tiempo, se ha cobrado ya casi 208.000 muertos.