El taxi es un medio importante para los desplazamientos interurbanos. En Guinea Ecuatorial, el servicio de taxi es comunitario y su mayor afluencia se centra en Malabo y Bata, las dos grandes ciudades del país. El uso de este medio de transporte presenta algunas particularidades: tarifas dispares según las distancias y las horas del día, así como la zona urbana, y a veces las condiciones de pago tienen que pasar por previa negociación con el conductor. Las quejas públicas acerca de la calidad de este servicio llevan años de existencia, a pesar del malestar que genera esta situación en el seno de la población y pone de relieve la necesidad de creación de un organismo que diseñe un sistema de control y estandarización transparente de las tarifas.
Generalmente, la regulación del transporte público en una ciudad suele estar a cargo de las entidades locales como el Ayuntamiento, que también se encarga de otorgar las licencias y permisos, para que los taxis puedan circular en la vías públicas, además de establecer y fiscalizar el cumplimiento de la normativa sobre las tarifas. Sin embargo, en Guinea Ecuatorial y concretamente en esta ciudad de Malabo se registra la inexistencia de un órgano regulador del mercado de taxis.
El papel del Ayuntamiento de Malabo se limita en la emisión de licencias y permisos de circulación de taxis a los dueños de los vehículos y a las agencias. Su competencia no se extiende hasta el establecimiento de normativas y políticas que garanticen un transporte público eficiente y acorde a las exigencias reales. “En las reuniones con el Ayuntamiento y el departamento de Interior hace dos años atrás, les planteamos el tema de la regulación del precio del taxi, pero la cosa no parece ir a ninguna parte. Internamente, hablo con mis taxistas para que cobren a los clientes debidamente; pero es difícil de controlar eso; los que están en las calles son ellos. Tenemos muy poco que hacer en este campo”, dice la Directora de la agencia de taxis, RUANGE, María Ángeles Mbengono.
El control y la determinación de las normas de funcionamiento del servicio de transporte público suelen estar a cargo de un órgano especializado. En países como Argentina, el Gobierno creó un organismo que se encarga de aprobar y supervisar las tarifas de los servicios del taxi, garantizando que sean justas y que estén acorde a las necesidades del mercado y los usuarios. Esta entidad cuenta con el conocimiento técnico y la independencia necesarios, para establecer tarifas equitativas y transparentes en beneficio de los usuarios y de los prestadores de servicios. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, la gestión de este trabajo recae en los mismos taxistas, quienes deliberadamente cobran a los clientes a su antojo. “Los taxistas alegan que suben las tarifas porque el precio de la gasolina también está en constante aumento”, continúa María Ángeles Mbengono.
En Malabo, el precio común del taxi para cualquier trayecto dentro del casco urbano era 500 Francos CFA, pero esta tasa ha ido variando considerablemente con el paso de los años. Habitualmente, se comprueba que los mismos taxistas han diseñado una estrategia comercial en este sector, que consiste en la fijación de precios en función de la zonas o barrios, las distancias, el equipaje que lleva el cliente y las horas del día. En lo que se refiere a las zonas, los prestadores del servicio han catalogado ciertos barrios como lugares donde “viven los ricos”, y el coste del taxi para ir a estos sitios es más elevado. “Hemos catalogado ciertos barrios como zonas de los pudientes, tal es el caso de los barrios Paraíso, Torrejón o Móstoles, sin importar donde te encuentres debes pagar 1.000 Francos CFA”, afirma un taxista.
Respecto a la distancia y el equipaje que lleva el cliente, la tarifa suele depender de la negociación con el conductor. Y, a partir de las 00:00 horas (las 12:00 horas de la noche), se duplica la tarifa diurna, así en los sitios donde de día se paga 500 Francos, por la noche pasan a 1.000 Francos y así sucesivamente. De esta forma, el servicio de taxi en Malabo está siendo controlado y gestionado por los mismos taxistas. “Cada uno conduce su taxi y cada uno pone el precio que quiere”, asegura uno de ellos.
En la misma dirección se ha pronunciado Mbengono al señalar que “el mercado comercial en Guinea Ecuatorial es libre. Si vas a los mercados, cada comerciante pone el precio de sus artículos como le da la gana. No hay un órgano que defiende al consumidor, quien sufre aquí es el consumidor. Debe haber un órgano que vele por el consumidor. Y si esta entidad no se pone las pilas, nada podemos hacer”, asevera María Ángeles Mbengono.
La ausencia de un organismo que establezca las tasas del servicio de transporte interurbano no solo en Malabo, sino en todo el país conlleva a que los proveedores aumenten las tarifas de forma arbitraria, por falta de este control y esta falta de gestión eficiente en este sector, solo genera abusos, baja calidad en el servicio y poca transparencia. “El problema empieza desde arriba. Si se soluciona desde las altas esferas, entonces nosotros nos pondremos en fila. En esta ciudad, cada uno hace lo que quiere. Aquí no hay orden. Este problema debe abordarse con seriedad”, señala un ciudadano.
Para mejorar la calidad del servicio de transporte público en Malabo, tanto los usuarios como los facilitadores de esta atención, solicitan la creación de un ente que controle y ajuste las tarifas de acuerdo a las necesidades del mercado, y esta entidad debe estar conformada por expertos en regulación de servicios públicos, como economistas, abogados especializados en administración, ingenieros de transporte entre otros profesionales.
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