China, ante el ambicioso sueño de la «comunidad de un futuro compartido de la humanidad»

Apodada "el gigante asiático", China es el segundo país más poblado del planeta, y la primera potencia económica mundial en términos de PIB, tras haber operado lo que se ha dado a conocer como "el gran milagro económico" para transformar su economía. Este y más datos relevantes sobre la vida política y administrativa de la República Popular China, se detallan en este artículo de Pedro Ndong ASIE OBONO, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y actual Jefe Adjunto del Departamento de Estrategias, Ideas y Programas de la Oficina Nacional del PDGE.

Antes de entrar de lleno en la temática objeto de disertación, me complace presentar una visión panorámica de la China moderna, al tiempo que agradezco la consideración de quienes me han concedido el honor de redactar el presente artículo. Hoy en día, con 56 grupos étnicos y con más de 1.400 millones de habitantes en sus más de 9 millones de km2 de superficie, China es un país seguro, económica y políticamente potente. Un país desarrollado, hermoso y con alta tecnología e infraestructuras envidiables; un país ecológico, pulcro, amigable, ordenado, controlado y con una impresionante diversidad cultural. Un país turístico, rico en tradiciones y reformas. Un país de alianzas, dotado de un marcado liderazgo político entre otras maravillas que posee.

China tiene su propio sistema político, conocido como «Socialismo con Características Chinas», que resumimos en dos postulados:

  1. «Blanco o negro, lo que cuenta es que gato sea capaz de atrapar ratones» (inspirado por el Sr. Deng Xiaoping).
  2. «Cruzar el río pisando las piedras» (proverbio popular que hace referencia al hecho de avanzar con pasos decisivos).

China es uno de los países con los que Guinea Ecuatorial mantiene unas excelentes relaciones de cooperación que datan desde la época post colonial, y es el país con el que tenemos firmados un sinfín de acuerdos entre otras intenciones de cooperación. China es considerado como un socio seguro, por su interés en brindar apoyo a sus amigos en el marco de la cooperación Sur-Sur, encaminada a conseguir un mundo mejor.

La idea de «construir una comunidad de futuro compartido de la humanidad» es obra del Presidente chino, Xi Jinping, como estrategia para reformar y mejorar el sistema de gobernanza internacional. En mi opinión, esta estrategia se fundamenta en cinco postulados principales, a saber:

Esta estrategia parte de la tesitura de que en la actualidad, la tierra, nuestro hogar común de todos se enfrenta a múltiples crisis sin precedentes, situación que nos lleva a la pregunta del millón, que se ha convertido en una cuestión existencial ¿Podrá la civilización humana sobrevivir a este nuevo escenario? Ante este reto, China propone como estrategia, que todos los pueblos se permanezcan juntos en la adversidad, ya que nuestros destinos están interconectados, de forma que los problemas de unos se convierten al mismo instante, en los de todos.

Esta es la idea de fondo en los diferentes planes de acompañamiento propuestos por China, tales como: las iniciativas de la Franja y la Ruta; Desarrollo Global; Seguridad Global y la de Civilización Global. Sin embargo, muy lejos de este enfoque optimista del futuro antropológico, se percata la persistencia de pretensiones hegemónicas y búsqueda del protagonismo por parte de algunas potencias; situación que deja en un saco vacío los esfuerzos de aquellos que trabajan por construir un auténtico mundo mejor.

La gran encrucijada en que se encuentra la humanidad tiene su punto de inflexión en dos fenómenos fundamentales, equiparables al enigmático caballo de Troya; nos referimos a los efectos de la globalización y el uso o mejor dicho, el abuso de la tecnología al constituir ambos, unas armas de doble filo. Si bien es cierto que, algunos de los efectos que conllevan, como el aumento de la integración social, económica y política entre los países, así como el intercambio de productos, servicios, tecnología, información y turismo están cambiando de manera radical la estructura tradicional de las naciones, al sacarlas de su aislamiento.

Sin embargo, no es oro todo lo que brilla. Las consecuencias negativas de estos elementos son igualmente preocupantes y están conduciendo a la humanidad hacia un conflicto armado sin precedentes entre las naciones, al constatar que, la competencia solo tiende a generar la dependencia de los países pobres frente a los ricos. Se trata, pues, de una nueva dinámica de las relaciones internacionales donde la visión rousseauniana del hombre «bueno por naturaleza» está siendo suplantada paulatinamente por la hobbesiana, al constatar que el hombre está resultando «un lobo para el otro hombre».

Así lo deja vislumbrar la visión panorámica de la geopolítica contemporánea, cuya radiografía refleja los principales desafíos a los que se enfrenta actualmente la humanidad: déficit de paz y aumento considerable de las amenazas; existencia de múltiples problemas; resurgimiento de una nueva Guerra Fría; crisis de gobernanza, energética y alimentaria; desigualdad y la pobreza; inestabilidad sociopolítica e incertidumbre total; ampliación de la brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollado; el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la sobreexplotación de los recursos naturales, la pérdida de identidad, la desaparición de las lenguas, y en definitiva, la explotación del hombre por el hombre, factores todos, que constituyen un obstáculo para el progreso global de la humanidad, y los cuales el gigante asiático hace un llamamiento a la reflexión.

Por tanto, la nueva era que propone China exige nuevas ideas para un desarrollo positivo, dado que la hegemonía de unos, es el principio del declive global. El curso actual de los acontecimientos sociopolíticos parece forjar a la humanidad ante un dilema, una especie de disyuntiva que la cinematográfica ha representado en forma de dos capsulas (la roja y la azul), a escoger una, mientras los defensores de la ideología pesimista pretenden restablecer la Guerra Fría, una situación que lleva irremisiblemente a la perdición. En cambio, fortalecer la solidaridad y la cooperación son la mejor y más viable alternativa para salvar el futuro de la humanidad.

Ante esta disyuntiva, nuestros dos Presidentes amigos, Sus Excelencias OBIANG NGUEMA MBASOGO de Guinea Ecuatorial y XI JINPING de China son partidarios de construir un mundo abierto, inclusivo, limpio y hermoso, que disfrute de una paz duradera, una seguridad común y una prosperidad segura. Este es el sueño de nuestros dos Partidos amigos: el Partido Comunista Chino (PCCH) y el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE). Por tanto, es de cuestionar el nuevo cáncer que sacude a la humanidad a partir de los años ochenta, bajo la forma de enormes corporaciones mercantiles y multinacionales que tienen el ambicioso deseo de establecer a la fuerza un nuevo orden mundial, con sus dudosas políticas de ajuste y las maniobras económicas que amenazan con estrangular definitivamente las economías débiles.

No es razonable exigir la apertura a unos países mientras se cierra la puerta a otros. En lugar de ciertas camarillas y elites clientelistas, es necesario fomentar el multilateralismo, puesto que, el mundo debe ser justo y libre de prácticas dominantes. Obras son amores y no buenas razones, así lo viene manifestando China, mediante acciones y contribuciones en la totalidad de países con los que mantiene relaciones de cooperación, a través de iniciativas como: la Franja y la Ruta, la creación del Fondo de Desarrollo Global y Cooperación Sur-Sur, el lanzamiento del Fondo Fiduciario de Cooperación Sur-Sur China-FAO, entre otras acciones encaminadas todas, a fomentar la cooperación entre los pueblos.

A nivel de Guinea Ecuatorial en concreto, la influencia de China resulta palpable en la casi totalidad de los sectores vitales: educación, sanidad, infraestructuras, tecnología, agricultura, turismo, finanzas, cultura, comercio, arte, etc., así lo dejan ver con la existencia de brigadas médicas en los hospitales, el establecimiento de la Cámara de Comercio de China en nuestro país, la concesión anual de becas de estudio a los jóvenes, los cursos de capacitación de recursos humanos de nuestra Administración, el establecimiento del Instituto Confucio en nuestro país, los cursos de formación del idioma chino en la UNGE y varias instituciones educativas, entre otras acciones. Por tanto, el futuro de la humanidad está llamado a ser brillante y no gris, como se contempla hoy en día, solo es cuestión de tiempo. Este ambicioso objetivo no puede lograrse de la noche a la mañana, sino que se requiere tiempo y arduo trabajo.

Es evidente, que las perspectivas del mundo para el 2050 son optimistas y reconocen que hemos recorrido un largo camino, desde el comienzo de la historia de la humanidad, habiendo dejado de ser cazadores-recolectores a ser la especie más avanzada de la tierra. Sin embargo, en la época actual nos enfrentamos todavía a grandes retos que recuerdan a la humanidad la necesidad de armonización de criterios de actuación para salvar el destino final de nuestro planeta, remando todos hacia la misma dirección.

Por tanto, «querer es poder», y «la unión hace la fuerza», entre todos somos más fuertes, y por consiguiente, podemos conseguir un mundo mejor. La cuestión no es ser el primero en llegar a la meta, sino llegar juntos; aspecto que la filosofía africana ha recogido bajo el concepto de «ubuntu», una especia de llamamiento y profunda comprensión de la interconexión entre los individuos y la comunidad en su conjunto.

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