Manoliño Nguema: «El petróleo se ha llevado a todos mis guitarristas, a mis actores»

Después de la representación de la obra teatral "Ngoan Ntangan, dos mundos que se unen" en el Centro Cultural de España en Malabo, los protagonistas respondieron algunas cuestiones presentadas por el público y de esta charla se han extraído respuestas y observaciones importantes, las cuales compartimos con todos nuestros lectores.

Este fin de semana los artistas ecuatoguineanos Marcelo, Russo y Gorsy Edu deleitaron al público de Malabo y Bata con la representación teatral de «Ngoan Ntangan, dos mundos que se unen», una obra que ya había sido presentada en otros escenarios fuera del país, pero que llegaba por primera vez a Guinea Ecuatorial, nación de origen de los actores. Después de su actuación teatral, que abarrotó las salas de actos de los centros culturales de España en Malabo y Bata, los actores compartieron un espacio de charlas con el público, el cual les presentó sus observaciones, preguntas y algunas aclaraciones.

La casa de cultura Papaya es uno de los espacios propiedad del artista Marcelo Ndong; un espacio muy conocido y el cual utilizaba para iniciar al arte a los jóvenes que se unían a él. Según comentó Ruso en el CCEM, Marcelo inició un proyecto en el que fue beneficiario Gorsy, quien años después, creó otra iniciativa en la que él salió beneficiario, y actualmente está trabajando con otros jóvenes que seguramente, alguno de ellos saldrá beneficiario.

Ante la pregunta ¿Qué se siente al compartir escenario con su padre y su abuelo? Respondió: “soy un afortunado, por representar a nuestra generación. Espero representarlo con orgullo. Estoy en constante universidad aquí con ellos. Me quedo con muchas cosas que luego replico a los que están detrás. No me lo tomo como una gran responsabilidad, ya que es compartir lo que ellos comparten conmigo. Me siento genial”.

Sobre ¿Qué podrían hacer de más, para llevar el teatro a la juventud? Considera que están haciendo su parte, ya que al no ser una institución o Gobierno, y al no tener actualmente la posibilidad de crear espacios suficientes, para que los jóvenes desarrollen y fortalezcan su creatividad, solo se centran en ser transmisores de lo que aprendieron y saben.

“En otros lugares existen establecimientos donde se puede hacer cosas, incluso perder el tiempo y desarrollar creatividad. Hay establecimientos para que ellos puedan tener herramientas. Nosotros aún no los tenemos. Estoy pensando en hacerlo en un futuro, pero aún no puedo; lo que puedo hacer por ahora es mendigar espacios. Lo que es de nuestra responsabilidad, yo creo que lo estamos haciendo. Que es transmitir a los chavales lo que tenemos, pero necesitamos que las instituciones o el Gobierno procuren hacer estas cosas. Mis sobrinas quieren ser artistas, pero me esperan para que les enseñe a actuar porque ¿Dónde les voy a matricular para que estudien teatro o música? Hasta que no existan estos lugares, que considero deben ser importantes para un país, vamos a seguir generando estos espacios pequeños que podemos generar, porque es la medida en la que podemos aportar”. Expuso.

Entre otras cuestiones, a Gorsy le tocó hablar sobre la sensación que tenían antes y depués de presentar la obra en el país. “Las veces que hemos representado esta obra, hay una química: la gente se siente identificada en muchísimas cuestiones, pero teníamos ese vértigo de traerlo a casa y decir qué les vamos a contar que no sepan, pero hemos percibido que hay un plus. Cuestiones que son puramente étnicas –de la tierra-, basta soltar una letanía y de repente se repetía, un canto y se coge. Siempre tenemos esta cuestión. Viajamos con el público y ha sido esto al llegar a casa. Hemos tocado puntos de los que la gente se ha sentido identificada”. Afirma.

Por su parte, Marcelo fue tajante en su respuesta a la cuestión que le formuló un joven, sobre la desaparición del centro cultural hispano-guineano y el hecho de que el teatro todavía esté algo infravalorado en nuestra sociedad. “Les voy a decir lo que pienso sin tapujos. Hay gente que empezó a hacer teatro aquí conmigo, a principios de los años 90; Boturu que está aquí presente fue de la segunda generación: lo que ocurrió fue que llegó el petróleo y acabó con la cultura. El petróleo se llevó a todos mis guitarristas, a todos mis actores. Acabó no solo con el centro cultural hispano-guineano que también estaba en decadencia, llegó el dinero y nos convertimos en nada” Expresó.

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