AhoraEG en su afán de mantener informado a su público sobre el acontecer global y nacional, ha llegado hasta lo más recóndito del barrio malabeño de San Juan, lugar donde reside Maripaz Nsono Misí, la joven de 26 años que sufre secuelas de quemaduras de segundo y tercer grado a consecuencia de una fuga de gas butano.
La joven, impedida físicamente en recibirnos desde la puerta, con un apretón de manos, un abrazo o dos besos en la mejilla, como es habitual en esos casos, solo nos dedica una ligera sonrisa, señal de que nos abría las puertas de su casa de par en par. A quién no se le escaparía una lágrima ante una situación de dolor como ésta.
Tiene el brazo izquierdo apoyado sobre la rodilla de la pierna izquierda porque solo así se alivia un poco de un dolor que no ha cesado desde hace ocho meses, aun cuando se le hayan cicatrizado algunas de las heridas que ocupan el 20% de su superficie corporal.
Nos cuenta el calvario que está viviendo. Acostada, se encuentra con serias dificultades respiratorias debido a retracciones que las llamas han dejado en su cuello retraído con la mejilla y el pecho. Mover la cabeza de un lado a otro, es todo un reto para esta madre soltera (madre de dos hijos).
Hasta ahora, no ha tenido suerte de que algún samaritano le tendiera una mano amiga, después de los 500 mil francos cefa que la Coordinación Nacional de la ASHO la donó.
Según un examen médico que se la practicó en el hospital La Paz de Malabo, solo hay una opción para poderse recuperar de estas secuelas que sufre: “Ser tratada en un centro especializado en cirugía plástica y recreativa de la piel”, un servicio que no existe en los hospitales de Guinea Ecuatorial y, ni ella ni su familia reúnen dinero para poder sufragar esa costosa operación de alrededor de 15 millones de francos cefa, además de los pasajes de avión para salir del país.
Entre sollozos, Maripaz ha vuelto a pedir apoyo a toda de buena voluntad, confiada en la benevolencia que caracteriza al pueblo ecuatoguineano.