Nunca perdemos: ganamos o aprendemos

África necesita un modelo disruptivo con políticas de acompañamiento para cambiar su forma de producción y alterar su economía. Apostando por una educación digital masiva rica en valores ecológicos, para responder a las aspiraciones de la juventud, la desigualdad de género, frente a los dos grandes acontecimientos del siglo que nos toca desafiar: el cambio climático y la revolución tecnológica.

Nunca perdemos: ganamos o aprendemos

“Cuando dos elefantes se pelean quien más sufre es la hierba que pisan”. Proverbio Africano.

Este proverbio puede servir para analizar qué es lo que pasa con los países menos posicionados cuando economías fuertes como EEUU y CHINA deciden jugar a la ruleta RUSA.

Recientemente conocí personalmente a un empresario, el que ahora es amigo, a quien admiro mucho, quien tras revelarme haber perdido a uno de sus mayores clientes; Amazon, en China, me condujo a reafirmarme en publicar este artículo. Y es  que tras leer un par de contenidos de diferentes medios, es casi obvio deducir que toda la “distracción” bloqueo, aranceles, “acuerdos para frenar la guerra comercial” o quizá, en realidad, quizá, “ganar tiempo” para redefinir estrategias ventajosas, países altamente dependientes (la hierba), y para ser mucho más concretos de África, son en realidad los que más sufren esta guerra, y por consiguiente, quienes pagan el precio más alto, boleto que regresa a descansar a las arcas de los “elefantes”.

Explicado en palabras llanas, África es un mercado potencial de consumo de bienes y productos. (El saco de entrenamiento de todos). Hablaremos del caso específico con China para visualizar nítidamente esta imagen.

Que EEUU imponga medidas a China y que esta responda con contundencia, no se traduce a otro lenguaje distinto a que estos países líderes de la economía mundial tengan la excusa o se vean luego “forzados” a incrementar el precio de sus productos, bienes y servicios, con mayor impacto en el continente Africano; el telespectador que compra la palomita.

En pocos años China ha pasado de tener una economía  cerrada al exterior a descubrir una economía bastante dinámica, abierta a los flujos de comercio e inversión. En la medida en que los EEUU han sido conscientes de la relevancia económica de China en el mundo, se han propuesto en elaborar una estrategia que fortalecería los vínculos entre la EEUU y el gigante asiático. (Gurús multinacionales se desplazaron durante la crisis del 2008 a China para reducir en costes de producción). Todo sistema conlleva sus ventajas y desventajas, o lo que en este caso llamamos Amenazas y Oportunidades.

EEUU apuesta por fortalecerse cada vez más a través de una relación intensa y dinámica con sus aliados, al tiempo que manifiesta tajantemente su deseo de basar esta relación en los valores Estadounidenses (America First). Tiene una economía que se caracteriza por unos niveles de inversión  elevados en creatividad, investigación, diseño y calidad.

China interviene su tipo de cambio para impulsar las exportaciones, establece barreras a la inversión, las importaciones y, además, no protege los derechos de propiedad intelectual. Lo más probable es que la competencia de los productos chinos comenzara a afectar cada vez y  con mayor fuerza la Política de comercio exterior de EEUU. Prácticas que exponen y ponen en jaque la viabilidad de las empresas más innovadoras y creativas.

Pero el dilema se aleja muchas millas más del entorno económico, puesto que los bienes pirateados y las falsificaciones pueden tener graves consecuencias sobre la salud, el bienestar y la seguridad de sus consumidores, países en vía de desarrollo, en su mayoría Africanos (volviendo al tema concreto) donde van a parar prácticamente una barbaridad de productos de consumo que no superan un control de calidad, reconozcamos todos.

La buena noticia como economista y optimista, es que no deberíamos centrarnos en  el problema, “la distracción” puesto que ya lo conocemos. Es un buen momento para aprender de esta experiencia propia de los ciclos de la economía mundial,  y avanzar hacia constantes soluciones ventajosas para mitigar o reducir los riesgos a los que nos exponen estas fluctuaciones del juego. África necesita reforzar sus pilares de auto-dependencia y auto-abastecimiento. Ya países como Ruanda están dando pasos firmes y ejemplares con cambios notables como son el lanzamiento de su primer smart phone made in Africa por mencionar alguno. “África no necesita ayuda sino colaboración”.

Reforzar el marco legal y su estricto cumplimiento, que exija una mejor calidad de los productos importados, no solo es una ventaja pero un derecho de la población Africana que ninguno de los elefantes menciona en medio de su guerra, ya que el usuario final otra vez es “la hierba que sufre”.

África pues, podrá adoptar políticas de proteccionismo, cuando sea auto-suficiente. Una estrategia comercial que permita aprovechar al máximo sus recursos, que considere claves para su competitividad: los servicios y el uso eficiente de sus recursos naturales y RRHH, además que dicha política servirá de ayuda a los sectores y/o regiones que puedan verse dañados por la apertura comercial. Es relevante y crucial capacitar a las personas para el cambio a través de programas de cohesión para la globalización,  puesto que el mayor conflicto del comercio de productos no solo evidencia que las industrias Africanas no se encuentran preparadas para competir con las importaciones, sino que también acentúa o provoca que, los países exportadores de productos de consumo hacia el continente Africano  “olviden” los principios y las buenas prácticas del comercio. En este aspecto, son tres cuestiones críticas: 1) auto-abastecimiento. Aumentar la capacidad de productos made in África; 2) el acceso a recursos escasos (energía, materias primas primarias, etc.), y 3) la adecuada gestión de las áreas con mayor potencial de crecimiento comercial (derechos de propiedad intelectual, certificación de servicios, inversión, contratación pública y competencia de RRHH), con el fin de desarrollar una estrategia para las relaciones de comercio e inversión con estos países importadores, para crear una asociación win-win, mutuamente beneficiosa y equitativa: para ello es indudable e imprescindible insistir en la apertura económica en una relación de reciprocidad y en conseguir el equilibrio de las condiciones competitivas (con avances por ejemplo como que el gigante asiático adopte medidas resolutorias para abrir sus mercados a los productos africanos), ya que hasta el momento esta, y el resto de países se han visto más beneficiados por la relación.

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