La mochila de ladrillos con la que carga el joven hombre bantú

Elisabeth Michá, habitual colaboradora de este medio, plantea varias cuestiones sobre la responsabilidad del hombre bantú.

Estoy segura de que muchos jóvenes se reconocerán al leer este articulo. ¿Es justo que un joven que apenas se esta abriendo paso a una nueva etapa, tenga que cargar a cuestas con responsabilidades por el simple hecho de ser un hombre Bantú?

Cierto es que por el hecho de vivir en una sociedad patriarcal, un hombre debe acarrear con ciertas responsabilidades. Pero, ¿cómo puede cumplir con semejante cometido un individuo que apenas está terminando una licenciatura y cruzando los dedos para poder acceder al mercado laboral?

Cuando siente que tiene todas las miradas puestas en el y toda una comunidad esperando, por ser el único de su familia que ganó una beca para estudiar en algún lugar fuera de su país natal.

Gracias a los duros esfuerzos escolares que realizó para ganar una beca. Sin olvidar que parte de la misma, la tuvieron que completar sus familiares con  lo que  obtenían de las ventas de los productos que recolectaban, haciendo trabajos en el campo, recogiendo frutas  hortalizas y arando las tierras.

Habría que idear mecanismos de desapego frente a algunas responsabilidades impuestas por la sociedad de manera temprana y muchas veces forzada por que el simple echo de ser un hombre Bantú lo exige, aun  cuando el fruto en realidad no ha madurado del todo.

Pero, para ello, habría que modificar todo un sistema tradicional impuesto por nuestros ancestros.

¿Quien se atreverá a dar el primer paso hacia un camino más ligero?

¿Que puertas hay que tocar?  y por último, ¿con quien hay que hablar?

Todas estas cuestiones se nos presentan cuando parte de una sociedad se plantea tocar o modificar algo relacionado a la tradición. Pero, por qué habría que modificarse si aparentemente; digo bien aparentemente, no es negativo?

Depende de como se mire, puede ser negativo o no. Demonos cuenta que aquí entran en juego varios factores como lo son la salud física,  mental y la integridad del hombre Bantú. Por lo tanto debemos abogar por el echo de que se debe realizar de manera eficaz y sin titubear, un cambio radical en lo que a la ejecución de responsabilidades se refiere. Debemos implementar sin vacilación alguna, una transición sin retorno a esta forma de vida que vive el joven Bantú.

Tal vez lo siguiente que voy a exponer, caiga de manera negativa ante ciertos lectores, pero hemos de aceptar que vivimos en un planeta que está en constante evolución y transformación, lo que quiere decir que por muy arraigadas que tengamos nuestras leyes tradicionales, debemos abrir paso a la adaptación de los tiempos modernos, sin olvidarnos de nuestras tradiciones y raíces.

Debemos cotejar la idea de elaborar de manera firme, un giro de tuerca que beneficie en este caso a toda una sociedad, ya que todos formamos parte de un todo.

Cierto es que aun que muchos hombres no manifieten su descontento, existen situaciones y acontecimientos que hacen saltar la voz de alarma y provocan situaciones negativas sin ocasión de rescate palpable, sumiendo a  este a una terrible catástrofe sin reparo alguno.

Muchos varones, por cuestión de orgullo, ego y apariencias, no se atreven a pedir auxilio, y dejan el barco navegar a la deriva.

Tambien deberíamos agregar  este comportamiento innecesario a la lista de cosas a erradicar en nuestra cultura, haciendo ver que dicho pensamiento atrae caos que acaba perjudicando a toda una comunidad.

Pero eso depende del carácter de  cada uno.

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