Un día después del 8 de marzo

Cada una de las personas tiene algo en particular que aportar en la vida social, la vida se complementa por ambos sexos, no se compite.

Pese a las dificultades y barreras que siguen frenando a día de hoy el crecimiento de la mujer en las distintas sociedades, se podría congratular que el tema de derechos de la mujer en la actualidad, en comparación con las décadas anteriores, ha mejorado y está mejorando con el paso de tiempo, y cabe resaltar que algunos países en cuanto al tema en cuestión avanzan más que otros y eso puede deberse en parte al tipo de sociedad.

Hay mucho que hacer, queda un camino largo que recorrer, cada generación de mujeres debería tomar la labor de trabajar duramente evitando que el tema del total reconocimiento de los derechos de la mujer en el mundo entero se enfoque con más énfasis solo el día de la celebración del Día Internacional de la Mujer y movilizando que sea un tema más entre los tratados con más frecuencia. Si se tiene en cuenta que, en ese día, las mujeres organizan desfiles, diferentes programas, protestas, festejos, por lo general celebran ese día, pero tras la celebración llega el día 9 de marzo. Donde la mujer vuelve a su realidad del día a día, enfrentándose a las injusticias sociales, acoso, violaciones, matrimonios forzados y donde las costumbres y tradiciones siguen constituyendo hasta hoy un muro clave impidiendo el reconocimiento de los derechos de la mujer.

La Mujer y la Tradición

La mujer en muchas partes del mundo sigue viéndose oprimida por la tradición o por ciertas prácticas tradicionales que impiden su paso hacia delante. En Guinea Ecuatorial, en particular en la tradición Fang, el matrimonio entre el hombre y la mujer es un claro ejemplo de que, si no se deshace de ciertas prácticas tradicionales, la mujer, por más títulos que posea y cargos ostentados, siempre se le acabarán negando sus derechos. Teniendo en cuenta que, el día que se enviuda o el día de la ruptura en su matrimonio, debe renunciar forzosamente a su sudor de muchos años, incluso a sus hijos, ya que, según la tradición Fang, todo bebé nacido en el seno matrimonial pertenece a la parte paternal.

En el pensamiento juvenil actual, muchos no están intrigados en este modo de pensar, pero eso no quita lo reconocido por la tradición que sigue discriminando a la mujer. Y aunque el joven varón de hoy no muestre tanto interés en el tema, en un futuro podría ser una herramienta favorable al hombre actual en caso de ser necesaria.

Para avanzar con firmeza y positivamente en el tema de los derechos de la mujer en el mundo en general y en África en particular habría que empezar desde la base, analizando las prácticas tradicionales y costumbres que siguen oprimiendo a la mujer y abolirlas. Eso no solo sería dar un paso gigantesco hacia el reconocimiento de los derechos de la mujer, sino que cambiaria muchos aspectos y sería la solución a muchos desajustes y problemas en nuestro planeta.

La Mujer en la Sociedad Actual

La abogada Olga Margot Cortés León, en un artículo publicado en Itaipue, recoge que las mujeres en la sociedad actual somos ejemplo de inteligencia y fortaleza, lo que se ve reflejado en la capacidad para superar las adversidades ante la discriminación de la que somos objeto, a pesar de que se considere una sociedad igualitaria y tolerante aún existe un núcleo de personas machistas, que nos mantiene en la marginación. Pasan por alto que las mujeres asumimos obligaciones, lo que socialmente no es valorado, ya que, pues se asume que esto es un deber de la mujer, por el simple hecho de ser mujer. Lo que no entienden es que este rol no es fácil, si tomamos en cuenta que las mujeres tenemos aspiraciones, anhelos y metas que se ven obstaculizadas al ser las encargadas de dirigir el hogar, pues nos absorbe casi por completo.

Las mujeres somos tan capaces como los hombres, de asumir las responsabilidades, obligaciones y actividades que nos propongamos, eso no se pone en duda, porque a través de los años se ha demostrado nuestra capacidad de lograr mejores resultados. Tal es el hecho, entre otros, de sacar adelante a la familia con nuestro propio esfuerzo sin perder nuestra delicadeza de mujer.

No hay que olvidar que cada una de las personas de diferente sexo tiene algo en particular que aportar en la vida social, la vida se complementa por ambos sexos, no se compite, y ese principio es lo que impide valorar a las mujeres hoy por hoy.

Las mujeres debemos asumir en esta sociedad el rol que cualquier ser humano, porque somos capaces de pensar, discernir y decidir sobre circunstancias de importancia y trascendencia social, para ayudar y contribuir a la toma de decisiones y, de esta manera compartir los roles hombre y mujer, sin olvidar que el único rol que no puede ser compartido con un hombre es el ser madre, ya que las mujeres fuimos especialmente creadas para asumir esta hermosa vivencia de concebir. Por tanto, el entendimiento entre la madre y su hijo es algo extraordinario y mucho más fuerte de lo que puede ser la relación entre el hijo con su padre; de ahí que, la mujer es un ser esencial, primordial y vital para la sociedad actual.

La elección de la profesión no sólo determina nuestros dones y aptitudes, sino la identificación, consciente con un ideal, anhelos y metas; es muy frecuente que jóvenes no esencialmente dotadas para determinados trabajos en el que salgan airosas, que hallaron en su aprendizaje una educación que contribuye al ideal materno o femenino con el que se identifiquen. Si bien su inteligencia permite a la mujer el acceso a todas las profesiones, no debería ignorar en el momento de elegir que en este terreno no tiene igualdad absoluta con el hombre, se convierte en su compañera, ambos se integran y lo que uno aporta no podría proporcionarlo el otro.

Por otra parte, se ha comprobado que, a algunas mujeres, la vida les impuso ocupaciones masculinas. Por ejemplo, dan en sí un matiz profesional a su empresa, teniendo firmeza en las decisiones que les exigen en el cargo que desempeñan, manteniéndose femeninas, desarrollando sus habilidades, conocimientos con profesionalismo, esta actitud no sólo coincide con la satisfacción personal, sino con lo que la sociedad espera de ellas. Por lo que las mujeres debemos aprender a defender nuestros derechos y también asumir nuestras responsabilidades; es hora de que participemos del mundo vital de los hechos donde somos protagonistas, debiendo superar todos los obstáculos que nos imponen las costumbres y la sociedad. Entonces, podremos ocupar un lugar destacado dentro de la sociedad y podremos asumir tantas o más responsabilidades como los hombres, en los diferentes ámbitos, laborales, políticos, empresariales, profesionales, artísticas y de cualquier naturaleza.

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