Nos enfrentamos a las aterradoras noticias desde hace casi un año: la lucha contra el mortal virus del ébola se ha intensificado y se ha extendido a través de la frontera desde el este de la República Democrática del Congo hasta Uganda. Nunca ha habido un momento más apremiante para que la comunidad internacional intensifique la lucha contra el ébola en África oriental. Los retrasos tendrán consecuencias mortales.
Se ha informado de que un niño de cinco años fue el primero en morir de ébola en Uganda, seguido de su abuela unas horas después. Otro hermano está infectado y se sospecha de otros casos. El niño, el llamado Caso Índice en Uganda, cruzó la frontera desde la República Democrática del Congo, donde ya se han registrado más de 2.000 infecciones. Dos tercios de estas personas han muerto.
Es un duro golpe para nuestros trabajadores de primera línea, que han estado tratando de contener el virus hemorrágico en las zonas rurales de la volátil área de Kivu Norte, en la República Democrática del Congo. Las agencias de ayuda internacional han invertido millones de dólares en la respuesta y han emitido constantemente advertencias graves durante casi un año. Entonces, ¿cómo hemos terminado en una propagación transfronteriza?
Uno de los mayores desafíos en la respuesta al ébola en la República Democrática del Congo es la inseguridad. Más de 100 grupos armados operan en el este y miles de personas han huido a través de la frontera debido a fuertes combates. Los trabajadores humanitarios han sido objeto de ataques deliberados en puntos críticos de brotes como Butembo. Se han registrado más de 100 incidentes violentos, incluidos ataques contra centros de tratamiento del ébola desde principios de año, con 85 trabajadores muertos o heridos.
Sin un acceso seguro es extremadamente difícil ofrecer programas de tratamiento y prevención para salvar vidas en las comunidades vulnerables. Las fuerzas armadas han estado escoltando a algunos trabajadores del Ministerio de Salud para su protección pero, a pesar de sus buenas intenciones, no siempre han sido bien recibidas por las comunidades.
Esta es una región dividida por el conflicto en curso entre el Gobierno, los rebeldes y los grupos armados respaldados internacionalmente. Así que las misiones de salud acompañadas por guardias armados pueden ser atacadas por esta asociación. La desinformación se ha extendido. Algunos líderes niegan la existencia del ébola y lo ven como una herramienta política utilizada para detener la votación en las elecciones nacionales del año pasado. Otros incluso han acusado a los trabajadores extranjeros de introducir el virus en sus comunidades con fines de lucro.
Por eso es fundamental que las comunidades participen en la lucha contra el ébola. Sin su comprensión, apoyo, movilización y liderazgo, hay pocas posibilidades de hacer retroceder su propagación.
Muchas de las percepciones erróneas que obstaculizan los esfuerzos de prevención y tratamiento en la República Democrática del Congo también se vieron en el último y más grande brote de ébola en África occidental en 2014.
Las comunidades se volvieron muy hostiles si no podían enterrar a sus muertos según las costumbres locales. Pero los riesgos de la transmisión durante un entierro eran extremadamente altos. Para enfrentar este desafío, World Vision trabajó con los líderes de la comunidad para adaptar la ceremonia y que los muertos pudiesen ser enterrados de manera segura, pero también con dignidad.
Los principios que aprendió la comunidad internacional en África Occidental ahora deben financiarse y ampliarse para su ejecución en la República Democrática del Congo, y tiene que hacerse rápidamente. Demasiadas personas están muriendo en sus hogares en lugar de estar en centros de salud. Esto demuestra que la desconfianza sigue siendo generalizada.
En las últimas semanas, nuestro personal se ha involucrado con líderes religiosos, cristianos y musulmanes, para sensibilizarles e informarles sobre el virus y cómo prevenir su propagación. Los pastores, sacerdotes e imanes a su vez son personas claves en sus congregaciones y ahora están usando sus sermones para predicar mensajes de prevención. Fue exactamente este enfoque el que se utilizó en África occidental y el que resultó fundamental para cambiar el rumbo. Los mensajes de radio también se emiten en un esfuerzo por lograr los cambios de comportamiento necesarios para reducir los niveles de transmisión
Gracias a un arduo trabajo en circunstancias difíciles, muchas comunidades en Kivu Norte han estado respondiendo positivamente a las campañas de vacunación y prevención. La Organización Mundial de la Salud dice que alrededor del 90% de las personas potencialmente expuestas al ébola ha aceptado vacunarse. Hemos capacitado a cientos de trabajadores de salud de la comunidad y hemos proporcionado miles de kits de higiene y saneamiento. El simple acto de lavarse las manos es ahora una actividad común y una forma muy efectiva de reducir la exposición.
Sin embargo, la amenaza permanece. La Organización Mundial de la Salud cree que uno de cada cuatro casos de ébola no se detecta a tiempo. En un país donde 13 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, donde el sarampión ha infectado a 80.000 personas y ha matado a 1.500, y donde la violencia está generalizada, el ébola puede parecer un problema más. Pero la naturaleza altamente contagiosa de la enfermedad con su potencial para propagarse a otras partes de la República Democrática del Congo y más allá de las fronteras han provocado que Naciones Unidas y las ONG internacionales exijan una ampliación urgente de la respuesta.
El comercio y movimiento fronterizo es fluido en esta región. Unas 100.000 personas cruzan a Ruanda cada mes. Hay flujos repentinos de refugiados que salen de la República Democrática del Congo cuando ocurren los combates. El ébola podría estallar en más países y en ciudades, pueblos y campos de refugiados en cualquier momento. Quizá la muerte del niño de cinco años en Uganda sea suficiente llamada a la acción; necesitamos hacer más … y hacerlo rápidamente.