Una de las cosas que más nos preocupa a los padres es que nuestros hijos crezca felices. Un niño feliz es un niño confiado y seguro de sí mismo, que crece sabiéndose amado, acompañado, escuchado y respetado.
Una de las claves para contribuir a esa felicidad es fomentando su autonomía desde que son pequeños, animándoles a hacer las cosas por sí mismos sin intervenir. Por supuesto, siempre hemos de estar a su lado por si nos necesitan, pero jamás hacer las cosas por ellos. Solo así, se convertirán en personas independientes, con una autoestima sana y capaces de hacer lo que se propongan.
Por qué es importante fomentar la autonomía del niño
Cuando hablamos de «fomentar la autonomía» no nos referimos obligar o forzar al niño a hacer algo, sino a brindarle la posibilidad de participar activamente, creer en él y darle confianza para hacer las tareas acordes a su edad. De este modo, conseguiremos implicación y aprendizaje.
Ayudar a nuestros hijos a que comiencen a ser personas autónomas no es simplemente soltarles para que hagan las cosas por sí solos y ya está. Es un proceso largo, que se debe iniciar desde que son bebés y que tendremos que seguir potenciando en cada etapa de su vida.
Además, es muy importante que el niño se sienta respetado y acompañado; es decir, que sepa que siempre vamos a estar a su lado si necesita ayuda o asesoramiento, pero siempre desde un punto de vista libre y respetuoso, sin juicios ni sermones.
Es importante no hacer por el niño nada que pueda hacer por sí mismo. Y es que a veces, los padres caemos en el error de sobreproteger a nuestros hijos, tomar las riendas de su vida y/o no darles la oportunidad de hacer las cosas, bien porque vamos con prisa y no podemos perder tiempo o porque tememos que lo vayan a hacer mal.
Cuando actuamos, pensamos o hablamos por nuestros hijos no solo estamos anulando sus capacidades y no preparándolos para la vida, sino que estaremos dañando profundamente su autoestima y autoconfianza, pues el niño pensará cosas como «no soy válido», «papá y mamá siempre van a evitarme y/o resolverme los problemas», «todo lo hago mal y por eso otros tienen que hacer las cosas por mí»…
Pero, ¿y si se equivoca?
Muchos padres pueden pensar que su hijo es aún demasiado pequeño para hacer algo, o que no tiene habilidades suficientes para hacerlo sin equivocarse. Aunque lógicamente, dependerá del tipo de tarea en cuestión, lo cierto es que si elegimos tareas acordes a su edad, el niño no solo será capaz de realizarla sino que lo hará gustosamente, pues con ello estará afianzando su sentido de pertenencia al grupo.
Eso sí, hay que tener claro que el niño se equivocará, porque todos nos equivocamos alguna vez cuando hacemos las cosas. Pero en ese error está la oportunidad de aprender y seguir creciendo.
Así pues, cuando el niño se equivoque, no vayamos rápidamente en su auxilio, no solucionemos nosotros ese error ni, por supuesto, le reprendamos, «machaquemos» o castiguemos por ello. Enseñemos a nuestros hijos a reflexionar sobre sus errores, sin sermones, sin juicios y sin órdenes, a repararlos y a ver en ellos una oportunidad de hacer mejor las cosas en el futuro.
En Bebés y Más hemos hablado en varias ocasiones sobre cómo fomentar la autonomía del niño según la edad que tenga, además de otros consejos para involucrarlos a la hora de hacer las tareas domésticas o incluso cuidar su propia higiene, elegir su ropa y contribuir a que se vistan solitos desde temprana edad.
Estas son algunas de las tareas que pueden realizar los niños sin ayuda (aunque algunas pueden requerir de nuestra supervisión):
- En sus tres primeros años de vida: pueden ayudarnos a recoger los juguetes guardándolos en el cesto, ayudarnos a hacer la cama dándonos los cojines o las almohadas, ayudarnos a cambiarles el pañal trayéndonos las toallitas o los pañales limpios, preparar su bolsita para la guardería metiendo en ella su biberón y su chupete…
- Entre los tres y los seis años: deben recoger sus juguetes, guardar su ropa en el armario, llevar la ropa sucia a la lavadora, vestirse solitos, ayudar a poner y quitar la mesa, meter los platos en el lavavajillas, ayudar a hacer la compra (pesando las frutas y verduras, guardando los alimentos en el carro…), tirar las cosas a la basura y aprender a reciclar, barrer las hojas del jardín, alimentar a la mascota…
- A partir de los seis años, los niños ya presentan cierto grado de madurez y conocimiento del entorno que les hace ser más independientes y sentirse plenamente capaces de hacer las cosas por sí mismos. Algunas de las tareas que pueden hacer son hacer su cama, regar las plantas, ayudar en la cocina, separar la ropa de la colada, ayudar a doblar ropa, fregar los platos, ayudar a colocar la compra y a organizar la despensa…
- A partir de los 10 años, y siempre dependiendo de la madurez del niño y el criterio de los padres, ya podrían sacar la basura, pasear solos al perro, ir al supermercado a comprar cosas sencillas, contribuir con tareas del hogar algo más complejas (pasar la aspiradora, limpiar los cristales, lavar el coche…), preparar platos sencillos…
Recuerda, la autonomía hacer crecer al niño con autoconfianza y autoestima, pero es un proceso largo que requiere de aprendizaje. Los padres debemos estar a su lado animándolos y empoderándolos para que sientan que son capaces de hacerlo, pero dándoles la mano cuando lo necesiten.
Aprender de los errores de forma respetuosa y positiva es fundamental para que puedan seguir aprendiendo, así como aplaudir sus logros y animarles a esforzarse para hacer las cosas cada día mejor. En cualquier caso, no debemos forzar nunca al niño y también es importante respetar su estado de ánimo, como nos gustaría que los demás hicieran con nosotros.
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