El tamaño del estómago del bebé el primer día
Imaginad a un bebé recién nacido y ahora tratad de responder mentalmente a la pregunta que os hago: ¿Cuál es el tamaño de su estómago? Lo más probable es que estéis pensando en un estómago del volumen de una pera pequeña, o un albaricoque. Los más atrevidos dirán que del tamaño de una pelota de tenis.
Pues bien, el primer día, cuando el bebé acaba de nacer, su estómago es capaz de albergar unos 5 a 7 ml de leche, o lo que es lo mismo, tiene un estómago del tamaño de una canica.
No sólo es realmente pequeño, sino que los primeros días es muy poco elástico y por eso al principio comen poquísimo (no pueden comer más, no les cabe).
Si habéis acertado, enhorabuena, si no lo habéis hecho, quizás habríais acertado de haber usado la lógica. La cantidad de calostro que sale del pecho de las mujeres es poca, muy poca en comparación a lo que comerán pasados unos días cuando ya tomen leche.
Es poca porque el bebé no puede tomar más, por eso es absurdo decirle a una madre que su hijo se queda con hambre porque sólo está tomando el calostro. Me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí los humanos teniendo en cuenta que antiguamente no venía una enfermera a decirte que el bebé tenía que tomar un biberón porque sólo estaba tomando calostro.
Si el tamaño del estómago de los bebés hubiera sido mayor, o si hubieran necesitado algo más para vivir, las mujeres segregarían más calostro y no sólo unas gotas cada pocas horas.
La naturaleza es bastante imperfecta en muchos aspectos, pero en esto no, precisamente, y por eso el bebé pide un poquito de calostro cada dos horas o menos, para llenar su canica del que es conocido por muchas personas como “oro líquido”, por su color amarillento y porque es un aporte incuestionable de nutrientes y defensas para el bebé (tanto que, cuando una mujer ha decidido dar biberón, hay muchos profesionales que recomiendan que, al menos, ofrezca el calostro a su bebé).
El tamaño del estómago del bebé en el tercer día
Ya no hace falta que vuelva a preguntaros qué tamaño creéis que tendrá el estómago del bebé en el tercer día, porque probablemente os volveréis a equivocar (esta vez quizás os quedéis cortos).
El estómago de un bebé crece rápidamente en los primeros días, llegando al tercer día a ser del tamaño de una pelota de ping-pong o del tamaño del puño del bebé. Tampoco es que sea muy grande, pues equivale a unos 22 a 27 ml de líquido, pero es unas cuatro veces más grande que dos días atrás y no me negaréis que es un gran crecimiento.
Es posible que al tercer día no haya tampoco mucha producción de leche por parte de la madre y que esté en un punto en que el bebé sigue tomando calostro y toma ya algo de leche (si regurgita echa tranquilamente el volumen de una cuchara, pero de color amarillento). Esto es lógico, sigue sin hacer falta más, a la vista del tamaño del estómago.
Supongo que con estos datos que os estamos ofreciendo estaréis entendiendo también por qué los bebés comen tantas veces al día. Si nosotros los adultos comemos unas 3-5 veces al día ellos pueden llegar a hacerlo unas 10 ó 12 veces. Como comen tan a menudo muchas abuelas se preocupan: “pero nena, si hace media hora que ha comido, no puede tener hambre otra vez, tú no tienes leche”.
No digo que no puedan tener razón, porque a veces hay problemas y si un niño tiene mucha hambre lo lógico es que pida muchas veces, pero, en condiciones normales, con un bebé que se está alimentando bien, lo habitual es que cada hora y media, a veces más, a veces menos, pida comer.
El tamaño del estómago del bebé el décimo día
Hacia el décimo día el estómago del bebé ha seguido creciendo hasta tener un tamaño similar al de un huevo grande de gallina. Esto equivale a unos 60 a 81 ml de capacidad. Como a los diez días las mujeres ya segregan la llamada leche de transición, habiendo aumentado el volumen en cada tetada, todo sigue viento en popa.
Madre e hijo se compenetran: ella produce más leche y el bebé va aumentando el tamaño de su estómago para tomarla. O quizás sea al revés, el tamaño del estómago del bebé aumenta y el cuerpo de la madre, que lo sabe, produce más leche para darle lo que necesita.
¿Magia? No, lógica evolutiva
Explicado de esta manera seguro que muchos pensaréis que parece como magia. Ciertamente, el cuerpo humano es una “máquina” que funciona a las mil maravillas y es increíble descubrir la lógica que hay detrás de cada mecanismo y cada proceso.
Empezando por la leche materna, que cambia su composición según sea el bebé (si el bebé es prematuro la leche es muy diferente que si el bebé es a término) y siguiendo con lo que hemos comentado hoy: al principio un bebé no necesita apenas comida, pero sí muchas defensas, y por eso la naturaleza le regala el calostro.
Luego empieza a necesitar más alimento, su estómago crece y el volumen de leche que produce la madre también. Está todo previsto, todo pensado, para que no haya que preocuparse mucho, sino simplemente dar el pecho según el niño vaya demandando.
Quizás la evolución no tuvo en cuenta que algunas madres confiarían poco en su capacidad de alimentar a su hijo, que algunas abuelas creerían que los bebés tienen que comer mirando a un reloj o que algunas enfermeras pensarían que un niño estaría más sano y más alimentado con un biberón que lo dejara bien lleno.