Médicos Sin Fronteras (MSF) ha avisado de que una nueva cepa altamente infecciosa de COVID-19 se está propagando rápidamente por varios países del sur de África, por lo que ha hecho un llamamiento para que las vacunas se distribuyan de manera equitativa, priorizando y protegiendo al personal sanitario de primera línea y a las personas con mayor riesgo de padecer la enfermedad en sus formas más graves.
«Estamos indignados por la desigual distribución que se está haciendo de las vacunas para la COVID-19 en todo el mundo. Mientras muchos países ricos comenzaron a vacunar a sus trabajadores sanitarios y a otros grupos hace casi dos meses, países como Eswatini, Malaui y Mozambique, que también están luchando para responder a esta pandemia, no han recibido ni una sola dosis de la vacuna para proteger a las personas más expuestas a contraer el virus, incluido el personal sanitario de primera línea», ha dicho la directora de operaciones de MSF, Christine Jamet.
En Eswatini, un país de 1.1 millones de habitantes, a finales de enero se estaban reportando más de 200 nuevos casos cada día y el promedio de muertes diario es aproximadamente cuatro veces más alto que el registrado durante la primera ola. Además, el personal sanitario reporta que ahora los pacientes están enfermando más gravemente que en la primera ola y solo en enero se produjeron casi el doble de muertes (360) que en todo 2020 (205).
Con las instalaciones sanitarias al borde del colapso, los equipos de MSF han instalado centros de tratamiento en hospitales de campaña junto al centro de salud de Nhlangano y han enviado médicos y enfermeras adicionales para atender a los pacientes con COVID-19 que se encuentran en estado crítico.
En Mozambique, el número de casos diarios es casi siete veces mayor que en el pico de la primera ola. «El personal sanitario se está contagiando y enfermando y los que todavía están trabajando están agotados», ha señalado la coordinadora general de MSF, Natalia Tamayo Antabak, cuyos equipos están ayudando a implementar medidas de prevención y control de infecciones en los centros de tratamiento para COVID-19 gestionados por el Gobierno en la capital, Maputo. El objetivo es tratar de minimizar las infecciones entre el personal sanitario que trabaja en ellos.
En Malaui, los nuevos casos aumentaron exponencialmente durante enero, duplicándose cada cuatro o cinco días. Solo en enero de 2021 se han registrado casi 3 veces más casos positivos que en todo 2020. El número total de muertes también se ha multiplicado por cuatro en un solo mes; de 189 que había registradas a día 31 de diciembre a 702 el pasado día 31 de enero.
El Hospital Central Queen Elizabeth, la principal instalación médica para pacientes con COVID-19 en Blantyre, está cerca de alcanzar su capacidad máxima para atender a pacientes que necesitan soporte vital con oxígeno. MSF ha enviado personal adicional y sus equipos están listos para abrir una sala adicional de 40 camas para pacientes con COVID-19.
«La prioridad en este momento es proteger a los trabajadores sanitarios de primera línea. Si Malaui tuviera 40.000 dosis de la vacuna, al menos podríamos comenzar a vacunar al personal de salud en los principales puntos críticos del país. Pero sin esto, la situación será pronto insostenible«. Hasta ahora, más de 1.300 trabajadores sanitarios de primera línea en Malaui han dado positivo por COVID-19 y nueve han muerto», ha argumentado la coordinadora general de MSF en Malaui, Marion Pechayre.
Además, desde MSF se ha avisado de que mientras Mozambique, Eswatini y Malaui se quedan sin vacunas, las naciones más ricas están acumulando vacunas del coronavirus con la intención de vacunar más allá de los grupos prioritarios.
«Sería indefendible que algunos países comenzaran a vacunar a sus ciudadanos con menor riesgo mientras muchos países de África todavía están esperando para poder vacunar a sus trabajadores sanitarios de primera línea. Esto va totalmente en contra del marco de asignación equitativa de la Organización Mundial de la Salud. No solo prolongará la pandemia, sino que pondrá en riesgo aún más vidas», ha enfatizado Jamet.
Por ello, la organización ha instado a los gobiernos que han obtenido más dosis de las que necesitan para vacunar a sus grupos de alto riesgo a que compartan urgentemente sus dosis, para que otros países puedan comenzar a vacunar.
«Desde MSF pedimos a los fabricantes de vacunas a que prioricen a aquellos países que tienen una necesidad urgente de proteger a su personal sanitario. En MSF tenemos los medios para brindar apoyo logístico a los países de alta prioridad a los que se les negó el acceso a la vacuna Pfizer/BioNTech a través del mecanismo COVAX, aduciendo a las limitaciones de estos países en su capacidad de gestión de la cadena de frío», ha zanjado la directora de operaciones de MSF, Isabelle Defourny.