El blanqueamiento de la piel no es solo una cuestión estética, ya que también está vinculado a creencias culturales que asocian la piel clara con la belleza y el estatus social. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un asombroso 77% de las mujeres nigerianas utilizan estos productos, mucho más que en otros países africanos.
Riesgos para la Salud
Los productos de blanqueamiento a menudo contienen ingredientes peligrosos como mercurio y corticoesteroides, que pueden causar: dermatitis y acné, daños renales y toxicidad por mercurio y otras infecciones debido a una piel debilitada. La OMS advierte de que el uso prolongado de estos productos puede hacer que la piel se vuelva más fina, aumentando el riesgo de infecciones y complicaciones.
La presión social ha llevado a muchas madres a blanquear a sus hijos desde el nacimiento, perpetuando un ciclo de discriminación. Zainab Bashir Yau, dermatóloga en Abuja, señala que el 80% de las mujeres que ha conocido, han considerado blanquear a sus hijos. Esta práctica no solo afecta la salud de los niños, sino que también los expone a estigmas sociales.
En los mercados de Nigeria, se pueden encontrar cremas blanqueadoras que, a pesar de tener etiquetas engañosas, contienen sustancias altamente reguladas. La falta de control permite que adolescentes compren y revendan estos productos, a menudo sin conocer los riesgos asociados.
A pesar de los esfuerzos de la Agencia Nacional para la Administración y el Control de Alimentos y Medicamentos (Nafdac) para educar a la población y realizar redadas, la identificación y regulación de estos productos sigue siendo un desafío. Muchos ingredientes se transportan sin etiquetar, dificultando su control.
Un llamado a la conciencia
Fátima, una madre que ha experimentado las consecuencias del blanqueamiento en sus hijos, se convierte en defensora de la concienciación. Su historia ilustra cómo las decisiones impulsadas por la presión social pueden tener repercusiones devastadoras. Ella insta a otros padres a aprender de su experiencia y a rechazar prácticas perjudiciales.
La epidemia de «decoloración» en Nigeria no es solo un problema de salud, sino un reflejo de las complejas interacciones entre la cultura, la belleza y la salud pública. Es fundamental promover un diálogo abierto y educativo que fomente la aceptación de la diversidad de la piel y desafíe los estándares de belleza dañinos.
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