El mundo se conmovió hace un año cuando Mohamed Salah se retiró lesionado del hombro izquierdo en un forcejeo con Sergio Ramos. Al central del Real Madrid se le acusó de lesionar de forma intencionada a la estrella del Liverpool. El capitán madridista denunció que recibía amenazas por esta acción. El fútbol resarce a la ‘víctima’ con otra acción para la polémica en el triunfo del Liverpool (0-2) contra el Tottenham. A los 25 segundos se encontró Salah en el punto de penalti para marcar el gol que le convierte en el héroe de la sexta Copa de Europa del Liverpool. Un penalti que se puede discutir. La pelota pegó en el sobaco de Sissoko, que saltó con los brazos abiertos, y sin la intencionalidad de obstaculizar el centro de Sadio Mané. Pero ahí vio el árbitro esloveno, Damir Skomina, un penalti clarísimo, que no quiso ni ir a revisar al monitor del videoarbitraje. Le dio la opción a Salah de desquitarse de la mala fortuna que corría el egipcio en la Champions.
Para los que se compadecieron de Salah, es un día de celebraciones. El egipcio ejecutó el penalti con toda la energía o la rabia que podía tener acumulada después de tantas desgracias. Salah era capaz de cruzar un semáforo en verde y sufrir un atropello. Era un cúmulo de mala suerte en momentos decisivos. Lo fue en la final de Kiev contra el Real Madrid y antes del partido de vuelta en Anfield contra el Barcelona. No estuvo en la remontada por culpa de un golpe en la cabeza en un partido anterior de la Premier League. Una conmoción le privó de un día histórico en Liverpool. Lo vivió desde la grada con una camiseta en la que lucía un mensaje: no rendirse nunca (‘never give up’). El dolor de Salah ya es historia.
Como lo es la etiqueta de perdedor de finales que tenía Jürgen Klopp. Le recordaba la prensa al alemán, con insistencia el día antes de la final, que si pesaba el hecho de haber caído derrotado en seis finales. Las que perdió en sus etapas con el Borussia Dortmund y Liverpool. Entre ellas dos muy duras con las derrotas en la final de la Champions contra el Bayern de Múnich y el Real Madrid. Su insistencia, como la filosofía del juego que practican sus equipos, le reconcilian con el éxito. Klopp es campeón de Europa. Un entrenador al que se le puede considerar como el mejor del mundo, pese a que él nombre a Pep Guardiola y, a la vez, le diga que es más importante una Champions que una Premier League.
Las seis Copas de Europa
El partido fue aburrido. Los ingleses dieron más espectáculo por las calles de Madrid, donde en líneas generales tuvieron un buen comportamiento, y dejaron a los bares sin barriles de cerveza y a los camareros agotados. Pero felices porque hicieron buenas cajas y, según los cálculos, a la capital le supone unos 60 millones de euros la llegada de más de 50.000 ingleses. Solo 34.000 con entrada. El resto, a beber, tomar el sol, cantar y emborracharse. Pero vayamos al partido que nos desviamos. Fue malo. Pobre en fútbol. Se lo ‘cargó’ el penalti de la polémica y dos equipos que tienen intensidad, pero poca elaboración.
El partido salió malo. El Liverpool se hizo con el botín del gol tan pronto y se volvió conservador. El Tottenham de Pochettino se agarrotó y cuando llegó se encontró que el Liverpool este año sí tiene portero. No es lo mismo jugar con Karius, que se comió algún gol en la final contra el Real Madrid, que con Alisson. El portero brasileño estuvo seguro en las ocasiones de peligro. Para eso pagó 62,5 millones de euros a la Roma. Este año había garantías en la portería del equipo de Klopp. Una gran diferencia para un Liverpool que tuvo miedo y un Tottenham castigado por un penalti absurdo. Y la mala suerte de una acción, a falta de siete minutos, en la que se quedó al borde de un penalti en una acción señalada fuera del área.
Ver a este Liverpool es para tirarse de los pelos. Cómo pudo eliminar al Barcelona. Un accidente grave del equipo de Ernesto Valverde. Debería estar predestinado a ganar una Champions el equipo más fiero del mundo, que vivió de la renta hasta el gol de Origi –minuto 87–para cerrar el título. Una Champions que le coloca como el tercero en el ‘ranking’. Con seis. Por delante están el Real Madrid, con trece, y el Milan, con siete. El Liverpool supera al Barcelona y el Bayern de Múnich. Se lleva la gloria y un premio gordo de 19 millones de euros por ganar la final. A los que hay que sumar a los 55,4 que tenía acumulados. Un título de campeón de Europa que vale 70 millones de euros. El Real Madrid deja de ser campeón de Europa 1.099 días después.