Esta vez sí que el fútbol ha vuelto a casa. Los años de sinsabores, eliminaciones y decepciones de Inglaterra se esfumaron ayer en Wembley. El césped en el que Southgate lloró en las semis de la Euro 96′ fue un verde de redención para el seleccionador inglés tras vencer a Dinamarca (2-1). Hace 25 años falló el penalti que les condenó ante Alemania. Y otra pena máxima sanó sus recuerdos.
El Football’s coming home, himno desde hace 25 años que canta las derrotas inglesas, retumbó en señal de victoria. Inglaterra disputará ante Italia la primera final de una Euro de su historia. La segunda de un gran torneo desde el Mundial de 1966 que ganaron ¡en Wembley! Siempre en Londres y con suspense. Necesitaron de la prórroga y de un penalti polémico para clasificarse.
Hasta ayer, todo había sido rodado para Inglaterra. Jugando en casa -sólo habían ido de excursión a Roma y volvieron con la mochila cargada de cuatro goles y de unas semifinales-, con el viento a favor y su portería inmaculada. Cualquier decisión de Southgate era ganadora. Wembley era un paraíso, pero Dinamarca lo llenó de espinas. El guion de los anfitriones no contaba con los daneses. No fueron secundarios. Quisieron protagonismo y lo tuvieron en Londres. Su Euro es épica.
A los Three Lions se les atragantó el orden de Hjulmand. Inglaterra estaba incómoda. Cada robo danés era veneno y Braithwaite, un torbellino. Pickford, que había vivido todo el campeonato sin agacharse a recoger el balón de su portería, tuvo que flexionar sus lumbares.
El primer gol encajado por el conjunto inglés llegó de la manera más inesperada. Una falta lejana la convirtió Damsgaard en un misil. El mediapunta de la Sampdoria clavó desde lejos el esférico en la red local. Un golazo.
Pickford no tuvo respuesta. El sustituto de Eriksen rompió su muro. La historia de superación danesa seguía escribiéndose con heroicidad. Ya lo había avisado Hjulmand: querían silenciar Wembley y lo hicieron durante varios minutos.
A Inglaterra le vinieron todas las dudas encima… hasta que Kane las disipó. El ‘9’ del Tottenham es más que un goleador. Ha sido pichichi (23 tantos) y máximo asistente (14 pases de gol) de la Premier. Cuando sale del área es también decisivo… o más. Se escapó de la vigilancia danesa y fue indetectable. Antes del descanso, se inventó un pase en profundidad que Saka regaló a Sterling. Se relamía el citizen, pero Kjaer lo metió en su portería. 1-1.
El show de Schmeichel
Inglaterra reaccionó rápido, pero se topó con Kasper Schmeichel. El portero del Leicester se sintió en su salsa ayer en Wembley: cada jornada atormenta en la Premier a los mismos rivales que desesperó anoche.
Antes del empate, sacó con una parada de balonmano el gol de Sterling. Evito el tanto de Maguire, un cabezón durante toda la noche, con una estirada imposible. Y desbarató un centro envenenado de Mount. El físico de Inglaterra encogió a una Dinamarca que resistió hasta la prórroga. Pero en el tiempo extra, Wembley se les hizo eterno. Los Three Lions rugieron y el duelo se redujo al mano a mano entre Kane y Schmeichel… y a un riguroso penalti. Sterling cayó entre Maehle y Jensen y Makkelie se fue a los 11 metros.
El meta danés frenó a Kane, pero no su rechace. Inglaterra tenía su final y Dinamarca buscó los penaltis. Su manual de supervivencia es extenso. Buscaron el empate por Eriksen, por el 92’… pero esta Euro habla inglés desde su inicio. Parece que está escrito.