El 19 de agosto, sin consultar al Estado beninés, el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, decidió cerrar completamente sus fronteras con Benín. Dado que ambos países forman parte de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), una zona económica que permite la libre circulación de personas y bienes, el cierre total de las fronteras de Nigeria constituye una violación de estos tratados.
Buhari acusó a Benín y Níger de ser ineficientes en las cuestiones relacionadas con las aduanas, pero tras el bloqueo hay una voluntad política: la de diversificar la economía de la primera potencia económica africana, que por el momento se basa principalmente en el petróleo, a través del llamado «Made in Nigeria». En Benín, las consecuencias de esta política se hacen sentir con dureza.
La economía de Benín se basa principalmente en la producción agrícola, que representa el 37% de su PIB y el empleo de más del 70% de su población. Con solo 12 millones de habitantes y una economía subdesarrollada, este país es extremadamente dependiente de su comercio económico con Nigeria.
Con las fronteras completamente cerradas, la comida se está perdiendo
El resultado del cierre para Benín: el cese total de las importaciones, a menudo ilegales, de diversos productos como el arroz, el aceite y productos de origen animal congelados. La situación sigue siendo delicada para los agricultores que se encuentran con sus cultivos en sus manos sin saber qué hacer con ellos.
«Los tomates se pudren en los campos porque la frontera está cerrada y nuestros clientes han dejado de venir a comprarlos. Todo está podrido en el suelo, significa que terminamos endeudados», explica Parfait Glokpo, agricultor. Otros campesinos dicen que están luchando para pagar el dinero de la escuela de sus hijos. «Los horticultores benineses están asfixiados económicamente y se han endeudado por millones de francs CFA desde el 19 de agosto», añadió Adjéoda Amoussou, presidente de la Cámara Nacional de Agricultura de Benín, en una entrevista con AFP.
Nigeria, por su parte, no se queda atrás y acusa a Benín de aprovechar la porosidad de la frontera: «Las fronteras permanecerán cerradas hasta que nuestros vecinos controlen lo que cruza las fronteras y se cumplan las leyes», anunció el contralor general de Aduanas, Hameed Ali, a mediados de septiembre.
En Benín, la población está aterrorizada y teme la asfixia económica total después de más de un mes de castigo. Hay comentarios en los periódicos y en las calles de Benín de que Nigeria podría llegar a cortar el suministro eléctrico del país. «Buhari y su país quieren acabar con nosotros», dice Barthélémy Agon, un productor de piña afectado por el cierre.
Otras víctimas del bloqueo de fronteras son los conductores de automóviles, camiones o mototaxis, que se deben rebuscar para llenar los tanques de sus vehículos porque el precio de la gasolina que llega de contrabando de Nigeria se ha duplicado en solo dos semanas. La mayor parte de la gasolina utilizada en Benín proviene de una importación de contrabando de Nigeria y se vende a precios bajos.
«No podemos depender solo de la producción local (…) No vivimos en una isla»
Los nigerianos tampoco están a salvo. En el mercado de Ajara en Nigeria, en la frontera con Benín, no queda mucho en los puestos. Sin embargo, hace unas semanas, las gradas estaban llenas de productos de primera necesidad procedentes de Benín. «Pocos de los artículos que vendemos se producen en Nigeria», dice Serra Sunday, vendedora en el mercado de Ajara. Algunos artículos como macarrones, aceite de granola, incluso azúcar…. Los obtuvimos de la República de Benín. Pero ahora que la frontera está cerrada, ya no podemos ir allí. Todos los artículos que vendemos son los que teníamos antes del cierre de la frontera».
Antes del bloqueo, varios miles de bolsas de arroz cruzaban ilegalmente la frontera en los portaequipajes de los mototaxis. Hoy en día, el tráfico está casi estancado y con la escasez, el precio del arroz se ha disparado. Pasó de 9.000 nairas (22 euros) a 22.000 nairas (55 euros) por una bolsa de 50 kg.
Mientras el presidente nigeriano pretende centrarse en el desarrollo de una política «Made in Nigeria» y en la diversificación de la economía, el repentino fin del comercio ha tomado a la población por sorpresa. El cierre de la frontera es, por tanto, una verdadera asfixia económica para el país. Y muchos se preguntan sobre su futuro si esta situación continúa. «No podemos depender solo de la producción local», dice el presidente del mercado de Araja. «No vivimos en una isla. Dependemos el uno del otro».