La institución para el desarrollo con sede en Washington estima que entre 70 y 100 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema y “esa cifra podría aumentar” si la pandemia empeora o se prolonga, dijo. La estimación anterior era de 60 millones de personas.
Malpass sostuvo que el deterioro se debe a una combinación de destrucción de empleos durante la crisis sanitaria y problemas de suministro que dificultan el acceso a alimentos. “Todo esto contribuye a que las personas vuelvan a caer en la pobreza extrema cuanto más tiempo persista la crisis económica”, explicó.
El BM se ha comprometido a destinar 160.000 millones de dólares en financiación a 100 países hasta junio de 2021 en un esfuerzo por abordar la emergencia inmediata, pero aún así la pobreza extrema, definida como ganar menos de 1,90 dólares al día, sigue creciendo.
La situación hace que sea “imperativo” que los acreedores reduzcan el monto de la deuda de los países pobres en riesgo, más allá del compromiso de suspender el pago de la deuda, dijo Malpass. Aun así, más países se verán obligados a reestructurar sus pasivos.
“Las vulnerabilidades de la deuda son altas y el imperativo de obtener luz al final del túnel para que puedan ingresar nuevos inversionistas es sustancial”, sostuvo Malpass.
¿Recesión o depresión?
Las economías avanzadas del Grupo de los 20 (G20) ya se han comprometido a suspender los pagos de la deuda de las naciones más pobres hasta fin de año, y existe un apoyo creciente para extender esa moratoria en 2021, en medio de una pandemia que ha causado la muerte de casi 800.000 personas y ha enfermado a más de 25 millones en todo el mundo.
Pero Malpass dijo que no será suficiente, ya que la recesión implica que esos países, que ya bregan por proporcionar un respiro a sus ciudadanos, no estarán en una mejor posición para hacer frente a los pagos.
Cuánto es necesario reducir la deuda dependerá de la situación en cada país, explicó. “Creo que se tomará conciencia de esto gradualmente”, en especial “en los países con mayor vulnerabilidad a la situación de la deuda”.
La flamante economista en jefe del BM, Carmen Reinhart, calificó la crisis económica como una “depresión pandémica”, pero Malpass se mostró menos preocupado por la terminología. “Podemos empezar a llamarla depresión”, opinó. Y agregó: “Nuestro enfoque está en cómo podemos ayudar a los países a ser resilientes”.
Más transparencia de la deuda
Malpass se dijo “frustrado” por el lento progreso entre los acreedores privados en proporcionar términos de suspensión de deuda para los países pobres. Si bien el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, en inglés), la asociación mundial de la industria financiera, ha fijado un marco para renunciar a los pagos del servicio de la deuda, a mediados de julio los bancos miembros no habían recibido ninguna solicitud.
Tener una visión clara del tamaño de la deuda de cada país y de las garantías involucradas también es clave para poder ayudar a los países deudores, dijo Malpass.
China es un acreedor importante en muchos de estos países, y el gobierno ha estado “participando en el proceso de transparencia”, pero dijo que se necesita hacer más para comprender los términos de los préstamos en naciones como Angola, donde hay gravámenes sobre la producción de petróleo.
Hasta ahora, los gobiernos de las economías avanzadas han sido “generosos” en su apoyo a las naciones en desarrollo, incluso mientras asumen grandes programas de gasto en sus propios países, dijo Malpass.
“Pero el mayor problema es que sus economías son débiles”, dijo Malpass sobre las naciones ricas. “Lo más importante que hacen las economías avanzadas por los países en desarrollo son los mercados de suministro (…) comenzar a crecer y comenzar a reabrir los mercados”, agregó.