La historia dice que desde que el ser humano apareció en la tierra, siempre ha buscado la manera de ejercer su libre albedrio y la independencia, esa búsqueda responde a la necesidad de superarnos dignamente como personas, como profesionales y sobre todo como humanos. Es por lo que día a día debemos evolucionar en los estudios y en las relaciones humanas para conquistar esa libertad y ese progreso que anhelamos naturalmente.
Esta libertad es la que nos permite decidir voluntariamente con quien queremos asociarnos, con quién formar una familia, qué religión queremos practicar, a qué escuela mandamos a nuestros hijos, qué partido político votamos, qué queremos comer al día etc., en definitiva, la libertad es el bien más preciado que posee el ser humano; quitársela es condenarlo a la mediocridad y a la imposibilidad de alcanzar su máximo potencial.
Al igual que los seres humanos que están en constante búsqueda del ejercicio de la libertad, las naciones persiguen a su vez como bien supremo, el ejercicio de la soberanía.
¿Por qué la soberanía es el bien más preciado por las naciones?
El ejercicio de la soberanía ha sido considerado como el bien más preciado por las naciones desde tiempos antiguos hasta nuestros días debido a varios factores fundamentales interrelacionados:
1. Autodeterminación: La soberanía permite a una nación tomar decisiones sobre su propio destino, sin intervención externa. Esto incluye la capacidad para definir su sistema político, económico y social.
2. Integridad territorial: Mantener la soberanía implica la protección del territorio nacional frente a amenazas externas y la defensa de sus fronteras.
3. Control y autonomía: Desde el inicio de las civilizaciones, los pueblos han buscado el control sobre sus territorios y recursos. La soberanía permite a una nación ejercer autoridad y tomar decisiones independientes, lo que es fundamental para su supervivencia y desarrollo.
4. Identidad y cultura: La soberanía está intrínsecamente ligada a la identidad cultural de un pueblo. A lo largo de la historia, las naciones han luchado por preservar sus tradiciones y valores, y la soberanía es esencial para mantener esta identidad frente a influencias externas y afianzar la cohesión social.
5. Defensa y seguridad: La protección del territorio y de la población ha sido una prioridad constante. La soberanía permite a los estados organizar su defensa y establecer leyes que garanticen la seguridad interna, lo que es vital para la estabilidad y el orden social.
6. Relaciones internacionales: Desde tiempos antiguos, las naciones han interactuado entre sí, formando alianzas y enfrentándose en conflictos. La soberanía es clave para que un estado participe en estas relaciones de manera digna y respetada, defendiendo sus intereses y derechos; las naciones soberanas pueden establecer relaciones diplomáticas y comerciales según sus intereses, lo que les permite participar en la comunidad internacional de manera efectiva.
7. Estabilidad: La soberanía contribuye a la estabilidad política, ya que los gobiernos soberanos tienen la autoridad para implementar leyes y políticas que protejan a sus ciudadanos.
8. Legitimidad del poder: La soberanía otorga legitimidad a los gobiernos, ya que son reconocidos por otros estados como representantes del pueblo y de su derecho a gobernarse.
9. Resistencia a la opresión: La lucha por la soberanía ha sido un motor de movimientos de resistencia y emancipación. Muchas naciones han buscado liberarse de potencias coloniales o imperiales, lo que ha consolidado la idea de que la soberanía es un derecho inherente a todos los pueblos.
La soberanía es considerada un bien preciado porque representa la capacidad de una nación para gobernarse a sí misma, proteger su identidad, garantizar su seguridad y participar en el mundo como un actor legítimo, lo que ha sido fundamental a lo largo de la historia de la humanidad.
Si bien los factores interrelacionados arriba descritos, emanantes del ejercicio de la soberanía de las naciones, son fundamentales; en un mundo globalizado y altamente interrelacionado, el factor de soberanía económica cobra una especial preponderancia al ser la bifurcación en la que se juntan o cobran sentido todas las relaciones internacionales e intereses geoestratégicos contemporáneos para garantizar el desarrollo socioeconómico de los pueblos. En este sentido, es de importancia capital definir meridianamente lo que entendemos por soberanía económica.
¿Qué se entiende por soberanía económica?
La soberanía económica es la capacidad de un país o del conjunto de países que forman un bloque determinado, para tomar decisiones económicas de manera independiente y autónoma, sin interferencias externas. Esto incluye el control sobre los recursos naturales, la política monetaria, el comercio exterior y la regulación de la economía en general. La soberanía económica busca garantizar que las decisiones que afectan a la economía de un país o del bloque sean tomadas por sus propios ciudadanos y gobiernos, promoviendo así el desarrollo sostenible y el bienestar de la población. Algunos aspectos clave de la soberanía económica son:
1. Tomar decisiones sobre su economía: Incluye la formulación de políticas que respondan a las necesidades y prioridades del país o del conjunto de países que forman la unión.
2. Control de recursos: La capacidad de gestionar y utilizar los recursos naturales de manera que beneficien al país o al bloque.
3. Política monetaria y fiscal: La independencia para establecer políticas que regulen la inflación, el empleo y el crecimiento económico.
4. Comercio exterior: La libertad para negociar acuerdos comerciales que favorezcan a la economía del país o del bloque.
5. Protección de la industria nacional y del bloque: Capacidad de implementar regulaciones que apoyen a las empresas locales y del bloque frente a la competencia extranjera.
6. Negociar tratados internacionales: Aunque los países pueden participar en acuerdos comerciales, la soberanía económica les permite hacerlo desde una posición de fuerza, defendiendo sus intereses nacionales.
La soberanía económica es fundamental para el desarrollo y la estabilidad de un país o de un bloque, permitiendo que sus ciudadanos tengan un papel activo en la toma de decisiones que impacten su vida económica. Es un concepto clave en debates sobre globalización, desarrollo y justicia social, ya que muchas veces los países en desarrollo enfrentan presiones externas que pueden limitar su autonomía económica.
El concepto de soberanía económica no se podría entender en toda su extensión y amplitud si no explicamos otro factor igual de fundamental como lo es la soberanía monetaria, que no es otra cosa sino la capacidad de los países o bloques económicos de emitir su propia moneda y regular su política monetaria de manera independiente. Esto implica que el gobierno o el banco central tiene el control sobre la oferta de dinero, las tasas de interés y otras medidas económicas que afectan la estabilidad y el crecimiento de la economía.
Algunos aspectos clave de la soberanía monetaria
1. Emisión de moneda: Un país o bloque de países con soberanía monetaria puede crear su propia moneda y decidir cómo y cuándo emitirla, cuándo y cómo devaluarla.
2. Estabilidad económica: Permite a un país manejar su economía de manera más efectiva, respondiendo a crisis económicas y ajustando tasas de interés y políticas de inflación según sea necesario.
3. Política monetaria: Permite al país o bloque de países establecer políticas que respondan a sus necesidades económicas específicas, como controlar la inflación, fomentar el empleo y estabilizar el crecimiento económico.
4. Independencia frente a influencias externas: La soberanía monetaria ayuda a proteger a un país o al bloque de las crisis económicas externas y de las fluctuaciones de monedas extranjeras.
5. Flexibilidad en tiempos de crisis: Los países con soberanía monetaria pueden implementar medidas más efectivas durante crisis económicas, como la expansión cuantitativa o la reducción de tasas de interés. Los gobiernos pueden adaptar sus políticas monetarias a las condiciones económicas locales, en lugar de depender de decisiones de bancos centrales extranjeros o de organismos internacionales.
6. Control de la inflación: Con soberanía monetaria, un país puede implementar políticas para controlar la inflación, evitando que se descontrole y perjudique el poder adquisitivo de sus ciudadanos.
7. Promoción del desarrollo: Al tener control sobre su moneda, un país puede fomentar inversiones y proyectos que estén alineados con sus necesidades y objetivos económicos.
8. Resiliencia ante crisis externas: La soberanía monetaria permite a un país implementar medidas que lo protejan de crisis externas, como fluctuaciones en los mercados internacionales o crisis de deuda.
9. Identidad nacional: La moneda también es un símbolo de la soberanía nacional. Tener una moneda propia puede fortalecer la identidad y la cohesión social de un país.
10. Tipo de cambio: Los países con soberanía monetaria pueden establecer sus propios tipos de cambio, ya sea manteniéndolos fijos frente a otras monedas o permitiendo que fluctúen.
11. Independencia económica: La soberanía monetaria contribuye a la independencia económica, ya que permite a un país gestionar sus recursos sin la influencia de entidades externas.
¿Se puede hablar de soberanía económica en ausencia de soberanía monetaria?
Ambos conceptos son interrelacionados, pero no necesariamente dependientes el uno del otro. La soberanía económica se refiere a la capacidad de un país para tomar decisiones sobre su economía y sus recursos sin interferencias externas. Por otro lado, la soberanía monetaria implica tener el control sobre la emisión de moneda y la política monetaria.
En ausencia de soberanía monetaria, un país puede enfrentar limitaciones significativas en su capacidad para implementar políticas económicas efectivas, lo que llamamos “techos de cristal para el desarrollo económico”. Por ejemplo, si un país utiliza una moneda extranjera o está sujeto a una unión monetaria, su capacidad para ajustar tasas de interés, controlar la inflación y gestionar el tipo de cambio se ve restringida. Esto puede afectar su soberanía económica, ya que no puede responder adecuadamente a las crisis económicas o a las necesidades de su población.
Sin embargo, hay casos en los que un país puede mantener cierto grado de soberanía económica, aunque carezca de soberanía monetaria. Esto podría ser a través de políticas fiscales autónomas, regulaciones comerciales y la implementación de medidas de protección social. Sin embargo, en la práctica, la falta de control sobre la política monetaria limita severamente la efectividad de las políticas económicas nacionales.
Aunque sea posible tener cierta soberanía económica sin soberanía monetaria, la efectividad y la independencia de esa soberanía económica se ven comprometidas y, en la mayoría de las veces, las políticas y acciones correctoras nacionales o de mitigación de riesgos económicos caen en saco roto.
El Francos CFA y la CEMAC
A pesar de ser un mercado potencialmente importante de aproximadamente 59 millones de habitantes, contar con abundantes recursos naturales, tierras fértiles para potenciar la agricultura y la ganadería, y una población joven, la zona CEMAC sigue siendo una de las menos desarrolladas, menos integradas y diversificadas económicamente, con indicadores macroeconómicos preocupantes del continente africano. Según datos del Banco Mundial, el crecimiento en la región se desaceleró hasta el 1,7 % en 2023, frente al 3,1 % de 2022.
En efecto, de 190 países que aparecen en la última publicación del índice “Doing Business” del Banco Mundial del año 2020, los seis países de CEMAC están en las peores posiciones con:
País Posición
1. Camerún 167
2. Gabón 168
3. Guinea Ecuatorial 178
4. Chad 182
5. República Centroafricana 184
6. República del Congo 180
Todos estos países tienen algo en común: la utilización del Francos CFA, una moneda cuyo control reside en manos de agentes y actores foráneos a la región. Una moneda que secuestra la soberanía monetaria de los países de la región y, por extensión, frena y limita su crecimiento y desarrollo económico, limita la eficacia de políticas económicas nacionales de los países que componen el bloque; y cuya estructuración arcaica y colonial no responde hoy a las necesidades de desarrollo socioeconómico a las que aspira la población en un mundo globalizado y cada vez más interrelacionado económicamente.
En efecto, la estructuración arcaica de la moneda Francos CFA que hacemos alusión genera vicios en el funcionamiento de la arquitectura monetaria de la zona, como puede ser:
a) Dependencia monetaria: La CEMAC utiliza el franco CFA, que está vinculado al euro a través del banco central francés. Esto limita la capacidad de los países de la zona económica para implementar políticas monetarias independientes, lo que dificulta la adopción de respuestas efectivas a las crisis económicas locales.
b) Percepción de riesgo (constantes amenazas de devaluación): Aunque la estabilidad monetaria es positiva, los inversores pueden considerar que un tipo de cambio fijo implica un riesgo de devaluación si las condiciones económicas cambian. Esto puede llevar a la percepción de que invertir en la zona CEMAC es menos atractivo.
c) Limitaciones de mercado: La zona CEMAC enfrenta desafíos estructurales, como la baja diversificación económica y dependencia de las materias primas. Esto, combinado con la rigidez del franco CFA, hace que los inversores busquen mercados más dinámicos y flexibles.
d) Costos de transacción: La conversión de divisas y los costos asociados pueden ser desincentivadores para los inversores, especialmente si no tienen experiencia en operar en una economía con una moneda fija. A estos costos de transacción se suman las dificultades y burocracia que ha venido a instaurar la nueva Reglamentación Cambiaria del BEAC.
e) Fuga de capitales: La convertibilidad del franco CFA incentiva la fuga de capitales hacia países más estables o desarrollados, lo que afecta la inversión local y el crecimiento económico.
f) Precios fijos: La paridad fija del franco CFA con el euro puede hacer que los países de la CEMAC pierdan competitividad en los mercados internacionales, especialmente si sus economías no crecen al mismo ritmo que las de los países de la zona euro. Esta atadura hace que los países no puedan ajustar sus tipos de cambio para responder a crisis económicas o cambios en el contexto global.
g) Bajo desarrollo de infraestructura: La rigidez del sistema monetario de la zona desincentiva la inversión en infraestructura, ya que los países no pueden ajustar sus políticas de gasto según las necesidades locales.
h) Inflación importada: Al estar atado al euro, cualquier fluctuación en la economía europea tiene un impacto directo en la inflación de los países de la CEMAC, complicando la estabilidad económica.
i) Falta de diversificación económica: La dependencia del franco CFA puede perpetuar la especialización en sectores primarios, como la agricultura y la extracción de recursos, limitando la diversificación y el desarrollo de industrias más avanzadas.
j) Pobreza y desigualdad: El sistema monetario instaurado en la zona contribuye al mantenimiento de altos niveles de pobreza y desigualdad, al no facilitar el acceso a crédito y recursos para el desarrollo local en condiciones asumibles por la población.
k) Dependencia de los recursos externos: Al estar vinculados al euro, los países de la CEMAC se ven afectados por las políticas económicas de Europa, lo que limita su autonomía y capacidad de respuesta ante desafíos económicos internos.
l) Competitividad: La estabilidad del tipo de cambio puede llevar a una apreciación del franco CFA, lo que puede hacer que las exportaciones de los países de la CEMAC sean menos competitivas en el mercado internacional. Esto afecta negativamente a sectores clave de la economía, como la agricultura y la industria, perpetuando la dependencia económica de la zona en el sector extractivo.
m) Inversiones extranjeras: La percepción de estabilidad que ofrece el franco CFA puede atraer inversiones, pero también puede llevar a una dependencia de estas inversiones externas, en lugar de fomentar el desarrollo de industrias locales y sostenibles.
n) Crecimiento desigual: La estructura monetaria y económica de la CEMAC favorece a ciertos países o sectores, creando disparidades en el crecimiento económico entre los miembros de la comunidad.
o) Limitaciones en el financiamiento: La política monetaria restrictiva limita la capacidad de los gobiernos para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo, lo que a su vez puede obstaculizar el crecimiento económico a largo plazo.
La reciente Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado de la CEMAC mantenida el día 16 de diciembre de 2024 en Yaundé bajo el lema «Evaluación de la situación y Perspectivas económicas, monetarias y financieras de la CEMAC: Medidas de la consolidación de la resiliencia» en la que además de los Jefes de Estado de los países miembros de la CEMAC, también asistieron entre otros, el Director para África del FMI, el Vicepresidente para África Central y del Oeste del Banco Mundial, el Embajador Francés en Camerún y representante del Gobierno Francés en la cumbre; se ha pedido y exhortado a los países de la región a “emprender esfuerzos colectivos considerables para mejorar sustancialmente el marco macroeconómico de la zona, a la consolidación presupuestaria ordenada, a producir y publicar regularmente datos presupuestarios, económicos y financieros fiables y completos para las necesidades de vigilancia multilateral; de la aplicación integral de la nueva Reglamentación de Cambios del BEAC, a la puesta en marcha de reformas y políticas estructurales para garantizar la estabilidad monetaria, a una política de endeudamiento prudente”.
En otras palabras, se exige a los países de la CEMAC a implementar políticas económicas restrictivas y austeras que no ayudan para nada en el mejoramiento del crecimiento económico de la región, y que resultarán inexorablemente en una contracción más aguda de la actividad económica y la más que previsible destrucción del empleo y la riqueza regional en estos momentos de aguda crisis económica que atraviesa la región, a cambio de seguir manteniendo la paridad actual del Francos CFA/Euro.
¿A quien se le ocurriría imaginar a representantes del FMI, Banco Mundial y del Gobierno Frances recomendando a Jerome Powell (Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos) sobre políticas monetarias y económicas que debería adoptar para impulsar la economía americana?
¿Alguien se imagina a Christine Lagarde (Presidente del Banco Central Europeo) recibir recomendaciones de un representante del gobierno chino o de un país africano sobre las políticas monetarias que debería adoptar para atajar una crisis económica europea?
¿A quien se le ocurriría pensar que el Chancellor of the Exchequer (Ministro de Finanzas del Reino Unido) se ponga a recomendar al Gobernador del Banco Central de Nigeria sobre las políticas monetarias y económicas que debería adoptar para afrontar una crisis del NAIRA?
Este estado ininteligible de cosas pone de manifiesto la urgente necesidad de una reforma profunda y efectiva del sistema monetario de la zona CEMAC para adecuarlo a los tiempos que corren con el objetivo de dar respuestas y soluciones efectivas a las necesidades de una población y una clase empresarial asfixiadas que se encuentra en la antesala de la UCI económica.
La historia nos demuestra que uno no puede esperar y confiar que su fortalecimiento económico, financiero e industrial provenga de recetas económicas de su adversario económico; tomar esta vía es equivalente a encargar el cuidado de tus gallinas a un coyote.
Los dirigentes de la CEMAC se enfrentan a un toro al que habrá que coger por los cuernos, a un reto existencial al que habrá que enfrentarse más temprano que tarde, emprendiendo una reforma estructural que priorice los intereses estratégicos y económicos de la zona de forma concienzuda, inteligente pero decidida. Este reto se llama el Francos CFA.
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