Aunque en las últimas horas ha cobrado fuerza la idea de que se trata en realidad de un movimiento estratégico que busca la dimisión inmediata del presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, el burofax enviado este martes por Lionel Messi al club azulgrana solicitando la aplicación de la cláusula unilateral de ruptura de su contrato desató toda una ola de reacciones. Una de las más relevantes fue la de Carles Puyol, capitán durante los mejores años de la entidad y hombre de marcado carácter institucional, poco dado a polémicas. “Respeto y admiración, Leo. Todo mi apoyo, amigo”, expresó a través de sus redes sociales el exjugador de la selección española. Sus palabras fueron aplaudidas de inmediato por Luis Suárez, uno de los hombres de confianza de Messi dentro del vestuario y cuyo despido, comunicado por teléfono por el nuevo técnico, Ronald Koeman, tras convertirse el uruguayo esta temporada en el tercer máximo goleador de la historia del club, con 198 tantos repartidos en seis años, ha sido una de las últimas gotas que ha colmado un vaso que llevaba años llenándose.
Sea cual sea la resolución final del conflicto, es claro que algo se ha roto definitivamente entre Messi y el Barcelona, y aunque la mayoría de la afición por ahora se muestra partidaria de la continuidad del argentino, no faltan voces que hablan de que se trata de una oportunidad para cerrar una etapa y empezar de cero. No lo ven así desde el club, cuya única reacción oficial hasta el momento ha sido reclamar por medio de su secretario técnico, Óscar Planes, que todo siga como hasta ahora: “Vamos a luchar por que el matrimonio entre el Barça y Messi siga. Queremos construir un nuevo ciclo ganador junto a él”, ha dicho Planes en la presentación de la joven perla azulgrana Francisco Trincao.
Los expertos en empresas, negociación y equipos directivos lo tienen claro: llegados a este punto, lo mejor es abrir la puerta. “Los buenos líderes se van cuando la empresa está en todo lo alto, no cuando todo está en crisis. Pero irse cuando todo va bien es realmente difícil. Hay un momento en que la inercia te lleva”, explica Carlos Alemany, que ha vivido estos procesos infinidad de veces como socio de Alemany & Partners. Para él, el momento ideal de que se fuera Messi era hace un par de años, cuando aún conservaba intactos el cariño y el respeto de la afición a pesar de que el equipo ya no funcionaba como en sus mejores días. Coincide con él Eugenio Hernández, de Seeliger y Conde: “El momento de irse llega cuando el líder ya no siente ilusión, cuando ya no transmite pasión. Faltando eso, va a faltar siempre todo lo demás”.
Para evitar que este tipo de salidas sean tan traumáticas, los expertos coinciden en un factor clave: articular un plan de sucesión. “Escoger un buen candidato para suceder a un líder que ha sido importante evita muchos problemas”, explica al respecto Valentín Bote, director de Randstad Research.
El profesor de recursos humanos de EAE Business School Santiago Ávila, sin embargo, entiende que Messi no es un auténtico líder. “Es un jugador técnicamente fantástico, pero no tiene la mentalidad necesaria para dirigir, para tirar del resto del equipo en los momentos difíciles”, comenta. En cualquier caso, el problema del Barça no se arregla en el vestuario, insiste el experto, quien apunta que lo verdaderamente preocupante es la falta de liderazgo de la dirección del club. “Llevan años mirando a la masa para actuar. El verdadero liderazgo es no hacer lo que todo el mundo quiere, sino lo que se debe”, insiste. Habla de la falta de apoyos que han recibido los últimos entrenadores, cuya autoridad se vio seriamente mermada. Una cuestión que se repite en el mundo empresarial cuando se puentea a los jefes y que responde a una falta de confianza. “Cuando delegas, tienes que dejar trabajar a la otra persona, aunque esta tome decisiones que no te gusten”, concluye.
La falta de comunicación es la que ha acabado por provocar que la situación estalle, según expone Carlos Royo, profesor de Esade. El método elegido para comunicar la baja evidencia esta situación, aunque el experto no culpa únicamente al jugador, ya que defiende que la empresa debe dejar espacio a los trabajadores para que expresen correctamente qué es lo que esperan de ellos y, a partir de ahí, entablar una negociación real. Ahora es tarde para esto porque Messi no ha dejado ninguna puerta abierta. “Cuando hablamos de contratos formales, se está hablando de tribunales, y ahí el compromiso ya ha salido por la ventana”, ilustra el docente. Asimismo, aprovecha la ocasión para avisar a las empresas: “Se vienen tiempos difíciles, y será vital que los cargos medios estén muy pegados a las necesidades emocionales de los trabajadores”.