En un año bueno, el hotel The Standard del distrito de la carne de Nueva York generaría 100 millones de dólares (85 millones de euros) de ingresos, y al menos la mitad de ellos procederían de los viajes de negocios. Su atractivo reside en su ubicación cerca de las oficinas de Google, sus vistas y un club nocturno en la azotea con piscina.
Amar Lalvani, que gestiona la matriz de The Standard, explica que «eso no sucede ahora». The Standard vuelve a rondar la mitad de su capacidad la mayoría de los fines de semana, gracias a los neoyorquinos recluidos que buscan un cambio de aires. Pero los días de diario, cuando la gente de negocios llenaría normalmente sus bares, la ocupación es de sólo el 10-20%. Lalvani no espera que eso cambie pronto.
«Cuando hablo con clientes corporativos, piensan que sus presupuestos para 2021 pueden reducirse a la mitad», y añade que no cree que la demanda corporativa se recupere «en muchos años».
El viaje de negocios, un elemento básico de la vida ejecutiva desde el inicio de la era del jet, se ha convertido en una rareza en los seis últimos meses. Y mientras otras actividades económicas vuelven poco a poco a la vida, ése no es su caso, lo que hace temer a los hoteleros, los ejecutivos de las aerolíneas y los organizadores de conferencias que los presupuestos para viajes no se recuperen por completo incluso después de que haya pasado lo peor de la pandemia.
Las amenazas para los viajes de negocios se han multiplicado con el avance del año. Cuando los casos de Covid-19 empezaron a extenderse esta primavera, muchas empresas anularon los vuelos por motivos de salud. Poco después, aquellas cuyos ingresos se resintieron a consecuencia de los confinamientos entendieron que recortar los presupuestos para viajes resultaba menos doloroso que las plantillas. Luego, cuando los viajeros habituales se adaptaron a trabajar desde casa, sus jefes entendieron los beneficios que las herramientas de videoconferencias aportaban a la productividad.
Medio ambiente
Ahora, a medida que más empresas revelan sus promesas para rebajar sus emisiones, otro factor más ha entrado en la ecuación: reducir los vuelos en clase business es una forma rápida de disminuir su huella de carbono.
Las consultoras Deloitte y PwC se sumaron a la lista la semana pasada, señalando que la reducción de los viajes sería fundamental para cumplir sus objetivos de cero emisiones netas.
Esas fuerzas se están sumando para provocar un «movimiento sísmico» en una parte de la economía global de 1,4 billones de dólares que abarca desde las firmas de alquiler de coches a las plataformas de reserva de vuelos. No se prevé que las presiones se relajen pronto.
Robert Isom, el presidente de American Airlines, informó a los inversores el mes pasado que el tráfico de negocios ha «caído un 95% o más», mientras que el vicepresidente de asuntos públicos de American Express Global Business Travel, Martin Ferguson, señala que las transacciones en su plataforma siguen un 85% por debajo de los niveles normales.
El impacto de la pérdida de unos clientes con unos márgenes tan altos podría ser aún mayor. McKinsey calcula que los vuelos de negocios suponen normalmente uno de cada 10 pasajeros de las aerolíneas, pero generan el 75% de sus beneficios.
Las expectativas de que se produzca un rápido repunte también disminuyen. Dave Hilfman, consejero ejecutivo interino de la Global Business Travel Association (GBTA), explica que la encuesta de septiembre arrojó resultados muy similares a los de agosto: el 92% de las empresas sigue restringiendo los viajes internacionales y cerca del 70% ha suspendido los domésticos.
Efectos permanentes
Analistas de Citigroup prevén un impacto duradero del 25%, e incluso algunos ejecutivos que habían vaticinado una recuperación en línea con las registradas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el brote de SARS y la crisis financiera global de 2008-09 se muestran más pesimistas.
Ed Bastian, el consejero delegado de Delta Air Lines, declaró en julio que no preveía que el volumen del tráfico de negocios volviese a recuperar los niveles de 2019. Gary Kelly, el consejero delegado de Southwest Airlines, afirmó el mes pasado que no le sorprendería que los viajes de negocios «languidezcan durante una década».
Otros discrepan, y afirman que con el paso de los meses hay cada vez más dificultades para mantener la productividad trabajando en remoto, y que nada supera a hacer negocios en persona.
Pero la perspectiva de tener que esperar años hasta que los poseedores de una tarjeta de fidelización más leales regresen está obligando a firmas que normalmente dependen de los viajes a replantearse sus modelos de negocio.
Cadenas de hoteles como CitizenM y Accor han empezado a promocionar sus habitaciones como espacios de trabajo temporales para aquellos cuyas casas no ofrecen un entorno ideal para el teletrabajo.
«Tienes todas las facilidades, no estás en un apartamento diminuto y no tienes a los niños y a la familia a tu alrededor», explica Gaurav Bhushan, director de desarrollo de Accor, propietario de las marcas Sofitel e Ibis.
Los hoteles también tratan de atraer a aquellos trabajadores a quienes puede poner nerviosos utilizar los abarrotados trenes a diario. Yotel, que opera hoteles baratos en el centro de la ciudad y el aeropuerto, tiene un precio de 30 libras la noche en Londres para trabajadores, y The Standard ofrece a los clientes de las afueras de Nueva York la posibilidad de pernoctar durante la semana y dejar sus pertenencias el fin de semana.
Esos bajos precios pueden llenar habitaciones vacías, pero es poco probable que ofrezcan los mismos márgenes de beneficio que los viajeros de negocios.
Lalvani vaticina que el descenso de los viajes de negocios puede crear oportunidades para la consolidación en la industria de los viajes, pero por el momento le ha obligado a hacer planes para un largo periodo con menos huéspedes corporativos.
La ubicación de The Standard en el East Village ha convertido su recinto para eventos en el ático con vistas a la ciudad en un espacio con bicicletas Peloton y clases de yoga destinado a los viajes de ocio. «Hemos tenido que cambiar por completo el modelo», concluye.