Su nombre es Olivia Bland, tiene 22 años y busca trabajo en telecomunicaciones. Está acostumbrada a las típicas entrevistas con los seleccionadores: un apretón de manos, algunas preguntas sobre sus fortalezas y debilidades y una breve inspección a su currículum. «Por lo general algo informal», asegura Bland, «y no duran mucho tiempo». Pero a principios de semana, una entrevista con la firma de tecnología Web Applications UK hizo que saliera llorando de la sala. A través de un tuit que se hizo rápidamente viral, alegó que el directo ejecutivo de la compañía, Craig Dean, la degradó y humilló por todo, desde su gusto musical hasta el matrimonio de sus padres.
A Bland la volvieron a llamar, pero naturalmente, declinó la oferta, comparando el comportamiento de Dean con el de una expareja abusiva. «Me atacó personalmente, incluso la forma en la que estaba sentada y cómo sostenía mis brazos». Su tuit fue compartido decenas de miles de veces, por lo que la joven aprovechó para pedir publicamente al director ejecutivo que se disculpara con ella. Al final, la empresa ha negado las afirmaciones de Bland, pero se tomó la molestia de responder a las preguntas de la ‘BBC’ sobre lo ocurrido.
Hay una gran diferencia entre hacer una pregunta difícil y menospreciar al candidato. El abuso verbal es del todo inapropiado
El tipo de experiencia descrita por Bland se conoce como «una entrevista de estrés», una técnica para probar la forma en la que los solicitantes de empleo gestionan la presión al sacarlos de la zona de confort de las preguntas y respuestas habituales o esperadas. El objetivo, en definitiva, no es obtener una respuesta exacta, sino ver cómo reacciona el candidato, observar su modo de pensar.
Otra de las modalidades de este tipo de cuestionario es, precisamente, no hacer preguntas. Aquí el entrevistador no habla, sino que hace una larga pausa. De esta forma, comprueban tu manera de lidiar con el silencio, una ausencia de ruido que pone muy nerviosas a algunas personas. ¿Cómo reaccionar ante esta incómoda situación? Intenta hacer regresar a la conversación a tu interlocutor, háblale amablemente y muéstrate contento ante la más mínima atención que te preste.
«Hay diferentes tipos de estrés asociados con muchos oficios: el afán de lograr los resultados propuestos, cumplir con los plazos o tratar con clientes difíciles, por ejemplo», asegura Neal Hartman, profesor titular de comunicación en el MIT, a la ‘BBC‘. «La entrevista de estrés puede generar diferentes situaciones extrañas para ver cómo lidia el solicitante con esos contextos».
«Este tipo de entrevistas también se realizan para simular ciertas situaciones, como por ejemplo hacer frente a llamadas telefónicas por parte de clientes abusivos«, asegura Kim Ruyle, presidente de Inventive Talent Consulting. «En tal caso, el candidato debería ser informado de antemano. Hay una gran diferencia entre hacer una pregunta difícil y menospreciar verbalmente. El acoso o abuso es inapropiado y nunca debería ser parte de la entrevista».
«Las entrevistas de estrés no son nuevas, ni tampoco están en vías de extinción», afirma Maurice Schweitzer, gestor de información en la Universidad de Pennsylvania. «A pesar de ser más común en Estados Unidos que en cualquier otra parte del mundo, en la práctica tiene más que ver con un cierto tipo de jefe que un oficio determinado».
Perdí confianza por los comentarios sobre mi talento y mi personalidad, pero ahora me siento más fuerte que nunca
Los expertos están divididos sobre la efectividad de este modelo. Algunos dicen que depara muchos beneficios y resalta las habilidades a la hora de solucionar un problema en el candidato. Pero prácticamente todos están de acuerdo en que el uso de cualquier tipo de burla o es inaceptable y no se debería consentir. Corinne Bendersy, profesora de administración de la UCLA, afirma que existen «técnicas de entrevista mucho más legítimas», como preguntar a las personas sobre situaciones que han encontrado y cómo han reaccionado ante los factores estresantes en su experiencia laboral.
«Perdí un poco de confianza en mí misma por los comentarios sobre mi talento y mi personalidad, pero ahora me siento más fuerte que nunca», concluye Bland. «Conozco mi valor y no volveré a aceptar un comportamiento así de nuevo». Al final, parece que el gerente sabía lo que hacía y ahora la candidata se siente mucho más fuerte y competente.