Si hacer determinadas previsiones en un contexto de certidumbre es relativamente sencillo, no ocurre lo mismo en un escenario sujeto a grandes turbulencias, como es el de la crisis desatada por el coronavirus. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) recortó ayer sus previsiones de demanda global para el conjunto del año hasta los 91,9 millones de barriles al día (8,1 millones de barriles menos que el año pasado) debido a los nuevos rebrotes de la pandemia y al deterioro del sector turístico. Aunque se trata de un ajuste de apenas 140.000 barriles al día respecto al mes anterior, es el primer ajuste en varios meses, lo que pone de manifiesto el rápido empeoramiento de la coyuntura en las últimas semanas.
El cambio de tendencia es muy significativo. Ya en marzo el supervisor mundial de la energía advirtió de que la demanda mundial de crudo caería este año por primera vez desde 2020, mientras que en abril y mayo, una vez vista la magnitud de la debacle, procedió a ampliar la dimensión de la caída. Sin embargo, el aparente control de la pandemía y el desconfinamiento de buena parte de la economía global llevó a elevar estas previsiones en junio y julio, una mejoría que ahora se ha visto truncada. Esta rebaja «refleja la paralización de la movilidad conforme el número de casos de Covid-19 sigue elevado, así como la debilidad del sector de aéreo». Aunque el informe señala que la demanda china «se está recuperando fuertemente», añade que la AIE también «ha revisado a la baja las estimaciones de demanda global para 2021 en 240.000 barriles al día», quizá previendo un enquistamiento de la enfermedad en el futuro próximo.
Todo ello plantea un interrogante: ¿por qué no bajan los precios al compás de la demanda? Buena parte de los productores, a excepción de los grandes exportadores, tarda en reaccionar a los vaivenes de la demanda y, de hecho, apenas han empezado a reducir su bombeo en los últimos dos meses y algunos países, como Estados Unidos, ya están volviendo a incrementarlo. Por todo ello, se espera que la producción petrolera en el conjunto del año caiga en 7,1 millones de barriles al día, un millón de barriles menos que la oferta. Sin embargo, también alerta de que este exceso de producción se concentró en el primer semestre del año, mientras que en la segunda mitad ya se están empezando a reducir los inventarios, por lo que se puede ver un repunte en los precios del crudo, tal como anticipan sus futuros.
Difícil equilibrio
Por ello, la AIE advierte de un «delicado reequilibrio» del mercado, dado que por el lado de la demanda no se conoce si estamos en la antesala de una segunda oleada de contagios o ante una situación más moderada que la de abril y por el lado de la oferta es muy complicado adaptarse a una situación impredecible.