Este día se conmemora el aniversario de la insurrección, en 1791, de los hombres y mujeres sometidos a la esclavitud en Saint-Domingue, la parte occidental de la isla de La Española que, al proclamar su independencia, recuperó su nombre amerindio original: Haití. Esta revuelta comporta una reivindicación universal de libertad, que va más allá de cualquier límite de tiempo y espacio. Apela a toda la humanidad, sin distinción de origen ni de religión, y sigue resonando hoy con la misma fuerza.
Mediante el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, la UNESCO desea recordar la importancia fundamental de la transmisión de la historia para poner de relieve la lucha contra todas las formas de opresión y racismo que existen en la actualidad. El efecto expansivo que provocó la revuelta de 1791 ha marcado el curso de las luchas de liberación de los pueblos y de los movimientos de defensa de los derechos humanos y civiles desde hace más de 200 años. Cristaliza los desafíos, los conceptos y los principios que es imprescindible conocer en la lucha actual contra la esclavitud moderna y la trata de personas. Creemos que la enseñanza de esta historia puede colocar a los ciudadanos de mañana en el camino de la paz y la dignidad.
Cabe resaltar que las sociedades de la actual Guinea Ecuatorial permanecieron durante siglos al margen de la trata atlántica de esclavos. Finalmente, entre 1785 y 1845 se implicaron a fondo en ella, hasta el punto que algunas zonas del país llegaron a sufrir un fuerte impacto demográfico. No obstante, hay algunas especificidades interesantes en el caso guineano.
La población bubi de la isla de Bioko se negó siempre a implicarse en la trata, y prácticamente no hubo salidas de esclavos desde allí. Y en la diminuta Annobón, los portugueses desarrollaron una economía de plantación, pero los annoboneses consiguieron librarse de la tutela portuguesa y rechazaron continuar con la trata y con la esclavitud.