«Vamos a limpiar en desorden que quedó del antiguo régimen», dijo Byamungu, mientras algunos de los jóvenes de la pequeña multitud animaban a los rebeldes a «llegar hasta Kinshasa», la capital del Congo, a casi 1.600 kilómetros de distancia. El Ministerio de Comunicaciones del Congo, en un comunicado en las redes sociales, reconoció por primera vez que Bukavu había sido “ocupada” y dijo que el Gobierno nacional estaba haciendo todo lo posible para restablecer el orden y la integridad territorial en la región.
Según informes, los soldados congoleños y las tropas aliadas de Burundi se habían retirado de las bases militares de Bukavu el viernes de la semana pasada el mismo día en que el M23 tomó el control de un aeropuerto regional a unos 30 kilómetros de Bukavu. Surgieron informes de disparos esporádicos y saqueos de un depósito del Programa Mundial de Alimentos y supermercados en Bukavu.
A pesar de las escenas caóticas, la mayoría de las calles de la ciudad estuvieron desiertas durante horas mientras los residentes se escondían en sus casas de los saqueadores y los rebeldes. El presidente del Congo, Félix Tshisekedi, cuyo gobierno afirmó el sábado que Bukavu seguía bajo su control, advirtió del riesgo de una expansión regional del conflicto. Las fuerzas del Congo recibían apoyo de tropas de Sudáfrica en Goma y de Burundi en Bukavu, pero el presidente de Burundi, Evariste Ndayishimiye, pareció sugerir en las redes sociales que su país no tomaría represalias en los combates.
El conflicto ocupó un lugar destacado en la agenda de la cumbre de la Unión Africana en Etiopía durante el fin de semana, y el Secretario General de la ONU, António Guterres, advirtió que corría el riesgo de convertirse en una conflagración regional. Sin embargo, los dirigentes africanos y la comunidad internacional se han mostrado reacios a adoptar medidas decisivas contra el M23 o Ruanda, que cuenta con uno de los ejércitos más poderosos de África. La mayoría sigue pidiendo un alto el fuego y un diálogo entre el Congo y los rebeldes.