Ayer lunes, 7 de abril, las autoridades se apresuraron a evacuar a cientos de personas atrapadas en sus hogares, después de que el pasado viernes por la noche, se desbordara el río Ndjili, que atraviesa la ciudad de Kinshasa, -donde habitan unos 17 millones de personas-, sumergiendo cientos de edificios. Las autoridades explicaron que la mayoría de las muertes fueron causadas por los muros que se derrumbaron poco después de que comenzara el diluvio. Aunque la situación había mejorado ayer lunes por la mañana, actualmente algunas carreteras siguen bloqueadas y el tráfico es limitado.
“Nací, crecí y tuve a mis hijos aquí en el Congo. Nunca me había encontrado con este tipo de situaciones”, dijo François Munday, habitante de Kinshasa. El Gobierno ha establecido al menos cuatro refugios de emergencia para cientos de familias desplazadas, y muchos en toda la ciudad se encuentran sin agua después de que las infraestructuras resultaran dañadas.
Dado que muchos lo han perdido todo y sus casas, edificios e infraestructuras han resultado dañados o destruidos, no está claro cuánto tiempo le llevará a la ciudad recuperarse. El desastre se produce en un momento difícil para la República Democrática del Congo, que lucha contra los rebeldes del M23 en el Este del país, lo que intensifica su crisis humanitaria.
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