La Secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, adelantó la media durante la rueda de prensa del viernes, diciendo que equivaldrían a un arancel del 25% sobre México y Canadá y un arancel del 10% sobre China «por el fentanilo ilegal que han suministrado y permitido distribuir en nuestro país, que ha matado a decenas de millones de estadounidenses», manifestaba.
Los aranceles de este sábado equivalen al inicio de lo que podría escalar a una guerra comercial global, con el potencial de mayores costes, cadenas de suministro interrumpidas y pérdida de empleos. Incluso Trump reconoció la posibilidad de consecuencias adversas para los consumidores estadounidenses.
«Podría haber alguna interrupción temporal, a corto plazo, y la gente lo entenderá», dijo Trump el viernes al ser presionado por los periodistas sobre el coste de los aranceles que se repercutirá en los importadores y, por extensión, en los consumidores. «Pero los aranceles nos van a hacer muy ricos y muy fuertes, y vamos a tratar a otros países de manera muy justa», explicaba.
Los aranceles son una de las pocas políticas que Trump ha apoyado sistemáticamente durante décadas, una rara línea transversal desde sus días como promotor inmobiliario en Nueva York, hasta su etapa como cargo público (otra es la inmigración). Como candidato, juró que utilizaría los aranceles, «la palabra más hermosa del diccionario», para ejercer influencia en el extranjero.
Sigan el CANAL de Ahora EG en WhatsApp