El diagnóstico se confirmó el viernes, 16 de mayo, revelando que el cáncer ya había hecho metástasis en sus huesos. Los médicos han calificado la enfermedad como agresiva, con una puntuación de Gleason de 9, lo que indica una gravedad considerable. A pesar de la extensión del cáncer, los especialistas han señalado que es sensible a las hormonas, lo que brinda opciones de tratamiento que podrían ayudar a manejar la enfermedad, aunque no a erradicarla.
El tratamiento del cáncer de próstata metastásico es notoriamente complicado en comparación con el localizado, pero la terapia hormonal puede ofrecer una forma de retrasar su avance y mejorar la calidad de vida del paciente. Generalmente, se opta por tratamientos farmacológicos en lugar de cirugía o radiación en estos casos.
La salud de Biden ha sido un tema recurrente de interés público, especialmente durante los últimos años de su mandato. Anteriormente, había enfrentado problemas de salud relacionados con el cáncer de piel y la extirpación de un pólipo precanceroso o adenoma, que es una pequeña masa de tejido que se encuentra con mayor frecuencia en el interior del tracto digestivo. Este reciente diagnóstico representa un desafío de salud significativo en su vida.
Biden ha promovido la investigación sobre el cáncer como parte fundamental de su legado político, destacando su compromiso a través de la iniciativa «Cáncer Moonshot», que fue inspirada en la pérdida de su hijo a causa de un cáncer cerebral en 2015.
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