Raúl Castro confirmó el viernes al abrir el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba que se despide del poder y que lo hace para dar ejemplo. “Continuaré militando como un combatiente revolucionario más, dispuesto a aportar mi modesta contribución hasta el final de la vida”, aseguró, aclarando que “nada” le obliga a tomar la decisión, pero que lo hace por una cuestión de principios. “Creo fervientemente en la fuerza y el valor del ejemplo y la comprensión de mis compatriotas. Mientras viva estaré listo con el pie en el estribo para defender el socialismo”.
El todavía Primer Secretario del Partido Comunista habló también de la inversión extranjera y de la necesidad de impulsarla “a pesar de las dilaciones y obstáculos que dificultan el desarrollo de la economía”. “Es hora de borrar prejuicios del pasado, hay que asegurar el diseño de los negocios”, enfatizó. El Congreso, indicó, avanzará en “la conceptualización y actualización del modelo”, lo que obligatoriamente debe hacer caminar al país hacia una economía mixta, con cada vez más participación de los actores no estatales. La cuestión será qué márgenes para operar tengan.
Castro se refirió también en su informe al viejo diferendo con Estados Unidos y denunció el incremento de la hostilidad y las sanciones con la administración Trump, haciendo un guiño al gobierno de Joe Biden -justo el día en que su administración reiteró que Cuba no es una “prioridad” para EE UU-: “Cuba ratifica la voluntad de fomentar el diálogo respetuoso con Estados Unidos, sin que se pretenda que para lograrlo se realicen concesiones inherentes a su soberanía e independencia y ceda en el ejercicio de su política exterior y sus ideales”.
Advirtió, eso sí, que la agresividad del anterior Gobierno evidencia que cualquier cambio en las relaciones pasa por la eliminación del bloqueo. “No nos ilusionamos que es algo sencillo, sino que pasa por la política sensata del Gobierno norteamericano. Podemos tener una relación civilizada y respetuosa con nuestros vecinos, podemos establecer relaciones de cooperación y mutuo beneficio”, dijo.
Sobre el nuevo desafío “político-ideológico” que supone para Cuba la irrupción de las redes sociales, que han servido de altavoz a los opositores y donde se expresan cada vez con más fuerza opiniones críticas, dijo que “no debe existir espacio para la ingenuidad a estas alturas ni entusiasmo desmedido por las nuevas tecnologías sin asegurar la seguridad informática. La mentira y las noticias falsas ya no tienen límites, ponen a Cuba como una sociedad moribunda y que no tiene solución, para promover el estallido social”.
Raúl aseguró que EEUU estaba detrás de estos planes desestabilizadores y que “la contrarrevolución interna carece de liderazgo y estructura organizada y concentra su activismo en las redes sociales”. La advertencia sobre cómo se respondería, fue clara. “Las calles, los parques y las plazas serán de los revolucionarios. ¡Jamás negaremos el derecho a los revolucionarios a defender su Revolución!”, advirtió.