La pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) está teniendo una dimensión sin precedentes para la mayoría de la gente. En todo el mundo, el brote se está llevando la vida y el sustento de muchas personas a medida que se sobrecargan los sistemas de salud, la educación ha sido interrumpida y las familias luchan para mantenerse a flote. Pero a pesar de las recomendaciones del ministerio de sanidad, que no para de recordar que estamos en una etapa crítica de la pandemia del coronavirus, y que el cumplimiento de las normas preventivas es vital para combatir al virus, y salir a la calle en este tiempo de la covid-19 debe ser por una necesidad y de forma segura, se registran imágenes contradictorias de esta realidad; y como ejemplo los niños y adolescentes que en la actualidad se encuentran en casa.
Para la protección de éstos frente a esta enfermedad, el gobierno ha tenido que interrumpir el año escolar en varias ocasiones, la última vez el pasado viernes día 26 de febrero en los dos grandes núcleos de población del país (Malabo y Bata).
Y con este ‘tiempo libre’ las aglomeraciones de éstos con la organización de liguillas y campeonatos de fútbol en los barrios de la ciudad de Malabo, así como fortuitos encuentros masivos de distinta índole, invita a apelar a la responsabilidad de sus tutores sobre cómo deben estar mientras duren las restricciones que adopta el gobierno y abre el debate sobré cómo se gestiona desde el mismo ejecutivo y los centros escolares este tiempo de paralización de la actividad escolar que a día de hoy parece una vacación. Lo que por un lado parece evitarse en las aulas de clase se observa en sus entornos residenciales donde el respeto de las medidas de sanitarias son una clara utopía.
También se echa en falta un plan de contingencia bien elaborado y estructurado, a la vez consensuado entre la cartera de educación y los centros escolares (ya se hizo un prototipo durante el primer confinamiento) que garantice que los estudiantes no se desliguen de las tareas educativas durante el tiempo que perdurarán las restricciones (unas dos semanas por ahora), aunque el ministerio de sanidad aconseja ahora retroceder a la primera fase de confinamiento domiciliario.