La teoría más popular y extendida sobre la locución «Poner los cuernos» es la que se relaciona con el derecho de pernada de los jefes vikingos, quienes (según esta explicación) colgaban unos cuernos de venado en las puertas de sus tiendas mientras abusaban sexualmente de las jóvenes de la aldea. En este sentido, también hay quienes indican que en la cultura celta, los cuernos eran un símbolo de fertilidad y virilidad, por lo que poner los cuernos podría ser una forma de demostrar la virilidad masculina y la capacidad de engendrar hijos fuera de la pareja estable.
Otra teoría indica que la expresión proviene de la imagen de los animales que, cuando se sienten amenazados o quieren demostrar su fuerza, levantan los cuernos. En este caso, la persona que engaña estaría demostrando su fuerza o su poderío al tener relaciones con alguien que no es su pareja.
Hay quien sugiere que la expresión podría tener su origen en la mitología griega. Según esta, Zeus era conocido por ser infiel a su esposa Hera y por tener numerosos hijos fuera de su matrimonio, y parece ser que solía transformarse en un toro para poder tener relaciones con las mujeres que le gustaban, y de ahí podría provenir la idea de poner los cuernos como sinónimo de infidelidad.
También se ha mencionado el origen del Minotauro, creado a partir de las relaciones entre Pasíifae y el toro de Creta, como posible explicación. Y, relacionándolo con el mundo del toreo, hay quien dice que los toros que son cornudos (es decir, que tienen cuernos) son más agresivos y difíciles de lidiar, por lo que podrían ser una metáfora de la infidelidad y la dificultad de controlarla.
Otra teoría sugiere que la expresión podría tener su origen en la figura del diablo, debido a que en numerosas culturas este es representado con cuernos, y se dice que cuando alguien es infiel, está «siguiendo los pasos del diablo y poniéndose sus cuernos».
Finalmente, hay quienes creen que podría tener su origen en la imagen de los ciervos, que tienen una prominente cornamenta y suelen ser animales promiscuos. En este caso, el poner los cuernos sería una metáfora de comportamiento animal, en el que la infidelidad es vista como una conducta propia del mundo animal.