La población ecuatoguineana observa con impotencia cómo año tras año los comerciantes aumentan los precios de los productos de primera necesidad en el país, aunque en ocasiones el ministerio de Comercio ha intentado regular y establecer precios promedio por cada producto, pero más allá de lo que se diga sobre el papel la realidad prueba que hasta ahora, todo se ha quedado en un intento fallido.
El Administrador de una pequeña tienda en un barrio o en la periferia atribuye el alza de precios a los grandes almacenes, y los grandes almacenes a su vez a los proveedores extranjeros. Pero, curiosamente los precios subidos en un momento dado –por la escasez de productos-, nunca vuelven a su franja habitual, lo cual hace que cada año los artículos de primera necesidad se vuelvan más costosos.
Hace unos meses que en el país, especialmente en la ciudad de Bata escaseaba el arroz, pero unos días atrás se informó de la llegada de un cargamento de este producto. Sin duda fue una noticia alentadora. Sin embargo, la preocupación de varios ciudadanos se centraba en que se vendiera al precio anterior; una preocupación que se entendería fácilmente haciendo un análisis retrospectivo sobre esta situación.
Durante los últimos cinco años, se puede constatar que los precios de varios artículos, especialmente los de primera necesidad como el arroz, azúcar, harina, aceite o mantequilla, han conocido una evolución al alza incluidos los productos congelados, que están entre los más consumidos por las familias ecuatoguineanas. Paradójicamente, las subidas de precios se fueron registrando justo en tiempos de escasez de estos productos en el mercado: “Río revuelto, ganancia de pescadores”. Se observa claramente que los comerciantes juegan con la necesidad de la población y al ser productos imprescindibles para el día a día de los hogares del país, no hay más alternativa que aceptar los precios, aunque esto suponga un duro golpe de la ya por sí crítica economía de muchas familias.
Se tiene que comer, claro está. Pues, nos encontramos en este caso ante un escenario de oportunismo por parte de los comerciantes y resignación por parte de la población, porque los primeros justifican su comportamiento con la famosa teoría de que “en Guinea Ecuatorial hay libre mercado”; una teoría posiblemente extraída de la Ley Fundamental en su Artículo 27º, inciso 1 que dice: “El sistema económico de la República de Guinea Ecuatorial se basa sobre el principio de libre mercado y de la libre empresa”. Sin embargo, teniendo en cuenta la posibilidad del escenario de oportunismo que se está viviendo actualmente, el legislador resaltó en el mismo artículo, inciso 2, la necesidad de regular el ejercicio del libre mercado y dice: “La ley regula el ejercicio de estas libertades de conformidad con las exigencias del desarrollo económico y social”, aclara.
Analizando la situación desde un punto de vista realista, se podría apreciar que la tarea o actividad de regulación está condicionada por varios aspectos; primero, debe de resultar difícil regular la comercialización de productos adquiridos por un comerciante fuera del país a cuenta propia, ya que su principal objetivo es rentabilizar su inversión y en caso de una oportunidad –obviando en este caso la ausencia de moral-, sacar el máximo beneficio a la situación supone un exitazo para su inversión. ¿Cómo se le aplica la ley en este caso? ¿Con una prohibición de venta? Pues, al tratarse de productos esenciales para el día a día es obvio que con una medida legal de esta naturaleza el daño colateral recaería en la población.
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