Las varices de los miembros inferiores son dilataciones venosas permanentes del sistema venoso superficial, las cuales, pueden ser localizadas o difusas. Son una manifestación de Insuficiencia Venosa Crónica (IVC).
La Insuficiencia Venosa Crónica es el conjunto de síntomas y signos derivados de una hipertensión venosa de los miembros inferiores debido a un mal funcionamiento valvular o de la pared de los sistemas venosos asociados o no a su obstrucción, de forma más explícita, una condición en la que las venas no son capaces de drenar la sangre hacia el corazón, estancándose esa en las mismas y produciendo su deformidad dilatándolas, lo que se manifiesta en forma de varices.
En el mundo entero, la insuficiencia venosa crónica representa una prevalencia aproximada de 20 a 50 % de la población adulta femenina, y de 10 a 20 % de la masculina.
Aunque no se dispone de una estadística de la prevalencia de dicha enfermedad en nuestro medio no deja de ser una causa de consulta frecuente en nuestras instituciones sanitarias.
Existen muchos factores que pueden influir en la aparición de la IVC, entre ellos:
La edad, explicado por el proceso de envejecimiento del organismo que afecta también al sistema vascular produciéndose un debilitamiento progresivo de las paredes venosas y favoreciendo la dilatación de las mismas.
El factor genético no deja de jugar un papel importante, gran parte de los pacientes con IVC tienen algún antecedente familiar previo.
Otro factor es el Embarazo: Existen hormonas que favorecen la dilatación de las venas durante el embarazo por un mecanismo fisiológico que favorece el crecimiento del feto. Por otro lado, el aumento de la presión intra-abdominal durante embarazo causada por el mismo estado de gravidez, conlleva a la compresión del sistema venoso por el útero, afectando así también el retorno de la sangre al corazón y facilitando la aparición de la IVC.
Se hablan de otros factores que no dejan de ser importantes, entre ellos se pueden mencionar; el aumento de peso, la disminución de la actividad física o falta de la misma (sedentarismo); el uso de calzado inadecuado (plano o muy alto), deformidades podálicas; la ocupación, actividades laborales en las que se pasan muchas horas de pie o sentado, el calor, por su efecto dilatador sobre el sistema venoso, y es precisamente en épocas calurosas cuando se acentúan los síntomas de la IVC. El uso de prendas muy ajustadas también puede afectar al sistema circulatorio al realizar una compresión sobre el mismo y dificultando el adecuado retronó venoso.
Cuáles son sus síntomas?
Muchos de los pacientes que presentan IVC acuden a las consultas por dolor o sensación de cansancio en las piernas; calambres, sobre todo nocturnos; edema, localizado a nivel de la articulación del tobillo, descrito por los pacientes como una hinchazón de las extremidades inferiores que va en aumento a lo largo del día, el cual tiene la característica de disminuir al elevar las piernas y por lo general el paciente se despierta sin dicho edema, sobre todo si ha descansado adecuadamente por la noche. Las varices, visibles por el paciente, son el síntoma y signo que más frecuentemente le alertan, induciéndole a realizar una consulta, inclusive, aunque éste sea un síntoma exclusivo. La aparición de venas llamativamente visibles, de diferentes tamaños y condiciones (telangiectasias, venas reticulares, colaterales o tronculares) puede provocar dolor como resultado final de la distensión que padecen.
Signos más avanzados de la insuficiencia venosa son la dermatitis localizada generalmente en el tercio inferior de la pierna alrededor de la articulación del tobillo, la cual al no tratarse puede evolucionar a una celulitis indurada y finalmente producir una ulcera invalidante, la cual suele ser muy difícil de cicatrizar.
Gran parte del diagnóstico de esa afección se realiza con la anamnesis y el examen físico practicado por el médico especialista, mediante la inspección y palpación de ambas piernas, auxiliándose de pruebas o exámenes complementarios que aportaran una información más detallada con la finalidad de indicar un tratamiento adecuado.
A esos pacientes se les puede realizar pruebas como la flujometria venosa o el Eco doppler considerado este último, como la prueba de referencia para el diagnóstico, ya que aporta suficiente información al visualizar directamente el sistema venoso y evaluar su funcionalidad.
Existen otros medios diagnósticos para el estudio del sistema venoso, como la angioresonancia magnética, la angiotomografía computarizada, la flebografía, aunque no muy usuales. Son también pruebas muy sensibles pero más costosas y en el caso de la flebografía se trata de una prueba invasiva. Estas se indican en casos muy específicos. El uso del eco doppler se ha hecho cada vez más frecuente y suficiente que en muchos de los casos no es necesario recurrir a otras pruebas.
Actualmente no existe un tratamiento definitivo que permita recuperar totalmente el daño producido en el sistema venoso. No obstante se dispone de un amplio arsenal terapéutico con el que se puede conseguir la prevención y el control evolutivo de la IVC y sus complicaciones consistentes en el uso de medias compresivas, tratamiento medicamentoso, escleroterapia y tratamiento quirúrgico; por lo general empleando técnicas combinadas según las características de cada paciente.
La utilización de medias de compresión es quizá la parte más importante del tratamiento puesto que, en cierto modo, ejercen la función de retorno que las venas afectadas no pueden llevar a cabo.
Existen además algunas medidas higiénico-dietéticas y posturales de cuyo cumplimiento depende no sólo el control de la enfermedad sino también el resultado y la evolución posterior de cualquiera de las técnicas mencionadas.
Algunas de estas medidas son:
• Evitar el sobrepeso y adelgazamiento excesivo.
• Practicar un deporte adecuado. (marcha, trote, natación, etc)
• Evitar las fuentes de calor.
• Refrescar las piernas con baños de agua al tiempo o ligeramente fría
• Evitar el estreñimiento.
• Evitar el uso de ropa demasiado apretada.
• Utilizar calzado con un tacón de 2 -3 cm; evitar tacón alto y zapato plano.
• Elevar ligeramente los pies de la cama.
• Masajes en las piernas.
• Evitar el uso de anticonceptivos orales.
Concluyendo, se recomienda a todo individuo con sospecha de una IVC acudir al médico para su valoración ya que pueden existir otras afecciones con sintomatología muy parecida o coexistir con otras enfermedades vasculares y/o no vasculares a fin de evitar complicaciones y mejorar su calidad de vida.
Es aconsejable que personas que presentan factores de riesgo se observen las piernas de vez en cuando, para la detección precoz de dicha patología, ya que a medida que se retrasa el diagnostico también existe un alto riesgo de complicaciones más avanzadas como una ulcera invalidante.
Bibliografía
1. Revista Cubana de Angiología y Cirugía Vascular.2010; 11(1)27-33. Insuficiencia venosa crónica y calidad de vida.
2. Carlos Vaquero. TRATAMIENTO DE LAS VARICES Treatment of Varicoses Veins 2014