Una ecuación simple
Cuando estaba en el párvulo –que hoy llamamos guardería-, tenía las cosas muy bien claras y sin duda alguna; tomaba la decisión de llorar cuando tenía hambre, sed, calor o me sentía mal. Sonreía cuando alguna cara conocida me sonreía, dormía cuando tenía sueño ¡Qué fácil era tomar una decisión! Porque lo tenía todo claro.
La ecuación simple se ha vuelto lineal
Cuando ascendí al instituto, a penas empezaba a tener responsabilidades. Tenía que ir a clase todos los días y llegar a tiempo. Tenía el deber de aprobar las asignaturas con buenas notas, ayudar con los deberes de casa, quedar con los colegas para ir a jugar al fútbol, irnos a la playa, al río, o simplemente sentarnos a contar historietas. En esta segunda etapa de mi vida, ya tenía incorporada el apetito de hacer algo. Y eso, incorporaba el aspecto de la difusión en mi decisión, ya no era todo: sentimiento igual a reacción como en el párvulo. Y qué complicado era todo, porque descubrí que lo que necesitan los demás de mí, muchas veces iba en contra de lo que quería yo o simplemente no era fácil ajustar mi sentimiento, mi necesidad y apetito a lo que era contentarles a todos.
Lo difuso me está matando
De nuevo en la universidad, me di cuenta que no importaba mucho contentarles a todos, que bastaba con hacerlo a un par de gente seleccionada como mis padres, novia, algunos amigos y que en muchas ocasiones, más de lo que quería mi apetito presente contradecía a mi necesidad futura ¿Cuándo se imponía mi apetito? ¿Cuándo mi necesidad? ¿Se imponía del todo? Cuestiones que actualmente son fáciles de responder, pero antes qué difícil era decidir. Terminaba tirando de instinto y asumía las consecuencias, con las esperanzas de que si fuera una mala decisión, el tiempo lo corrigiera y muchas veces, así fue.
Necesito automatizarlo
Actualmente, estoy inmerso en un maremoto de decisiones a tomar a todas horas e incluso durmiendo, por suerte mi cuerpo y mente ya son motores conscientes que las tomo de forma automática cuando me encuentro inconsciente. En el trabajo, en casa, con los colegas, en la carretera, en el río, en la playa; tengo que ser yo el que de forma consciente toma esas decisiones, siempre buscando mi máxima satisfacción seguido de la satisfacción de los demás. Pero, muchas de esas decisiones ya se vienen tomando con frecuencia, aunque varíen un poco los escenarios. Por ejemplo: los días laborales, ya tengo fijada la alarma, para que me dé tiempo a llegar a tiempo en el trabajo, de camino al trabajo elijo la ruta que minimice mi tiempo si voy tarde, o lo maximice respetando el tiempo de trayecto si salí temprano.
En el trabajo priorizo las tareas dependiendo de la urgencia, cual fijo por el impacto que tiene no realizarla en el momento adecuado. El tiempo adecuado lo fija la persona a la que va destinada esa tarea; son muchos factores. Demasiados como para anotarlos en este blog o en un papel y eso que, cuando varía alguno de ellos, el resultado de priorizar también tiene que cambiar. Meramente, se trata de tomar una decisión personal y en cuanto a hacerlo en una empresa o puesto de trabajo; al igual que mi cuerpo toma decisiones de forma inconsciente, las empresas y organizaciones necesitan de procesos automatizados en forma de programas que recojan todos estos hechos en forma de datos convertidos a parámetros que les ayuden a tomar la mejor decisión posible. Pero, ¿Cómo hacerlo? Aquí te dejo algunas notas de interés:
Primero
Para tener un proceso automatizado hay que entender cómo se genera la decisión. Para eso, primero vamos a ver qué tipo de datos se generan en el proceso de tomar esa decisión en concreto, y determinar la estructura que mejor ayude a entenderlo e interpretar los datos. Ojo, no sirven todos esos datos, ten en cuenta que no todos esos datos pueden servir, o pueden llevar a obtener una herramienta que más que bien, vayan a hacer mal a tu organización. Identifícalos y aniquílalos.
Segundo
De acuerdo con el proceso con el que has recabado esos datos, tienes que entender cómo se han ido generando. Y eso está recogido dentro de esos mismos datos. Necesitas aquí de alguien que sepa identificar esos patrones ocultos, dicho de otro modo, obtener información a partir de los datos.
Tercero
Vuelve a observar el proceso con el que se generan esos datos y comprueba si te guía a tomar la decisión esperada dado el caso.
Finítima
En la economía del dato, se saca información de la unidad más simple: el dato, al igual que tomaba la decisión de llorar o no, reír o no, ir a trabajar a tiempo o no; en el mundo empresarial se tiene que decidir sobre una infinidad de cosas, que dependen de otra infinidad de factores y que repercuten sobre otra infinidad de personas y en el beneficio de la organización. He aquí donde intervienen los científicos de datos.
Un científico de datos es un profesional que utiliza habilidades en tecnología, matemáticas y negocios para dar sentido a datos complejos y extraer valiosos conocimientos de ellos. Son como los detectives del mundo de los datos, descubriendo patrones, relaciones y tendencias que pueden ayudar a las empresas a tomar decisiones informadas Su trabajo implica:
- Recopilación y almacenamiento de datos, es decir, recopilan datos de diversas fuentes (bases de datos, archivos, web scraping, etc.) y los almacenan en un formato adecuado para su posterior procesamiento.
- Preparación de datos, es decir, limpian y transforman los datos brutos para que estén listos para el análisis.
- Análisis de datos, es decir, interpretan los datos para sacar conclusiones y apoyar la toma de decisiones.
- Machine Learning o desarrolladores de modelos predictivos y clasificatorios utilizando algoritmos de aprendizaje automático.
- Visualización de datos que representan los resultados de manera visual para que sean comprensibles y útiles.
Además, hay otras ramas relacionadas con la ciencia de datos, como la analítica de negocios, minería de datos, inteligencia artificial y aprendizaje profundo. Cada una tiene su enfoque específico, pero todas comparten el objetivo de extraer conocimientos significativos de los datos.
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