Sus Majestades de Oriente no son los únicos que han trabajado a destajo estos días; el estómago, el hígado y los riñones, entre otros órganos, también han hecho horas extraordinarias, y eso se nota. Con el buche aún exultante y el polvorón hecho bola, es natural convenir con Woody Allen en que el cerebro es el más sobrevalorado de los órganos. Al menos, lo es desde mediados de diciembre hasta el 6 de enero, una fecha con doble epifanía: la de los Reyes Magos y la manifestación de nuestro perímetro abdominal en todo su esplendor. Según un cálculo del catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada, Ángel Gil, si comemos 1.500 calorías de más al día durante una semana, la que va de Nochebuena a Año Nuevo, podemos subir entre 1 y 2 kilos en ese tiempo. Luego, cuando termina la fiesta y la realidad se impone, la urgencia de poner en orden la dieta lleva a muchos directamente al teclado del ordenador; Google recomienda innumerables soluciones al problema, muchas de las cuales parecen muy fáciles y de efecto inmediato. Estas son algunas de las tentaciones que hay que evitar si lo que uno pretende es perder peso.
Ayuno intermitente: entre la confusión y la expectación
Una revisión dirigida por Rafael de Cabo y Mark Mattson ha confirmado los efectos del ayuno intermitente. «Se está acumulando evidencia de que comer en un período de 6 horas y ayunar durante 18 puede desencadenar un cambio metabólico de la energía basada en glucosa a la cetona, con una mayor resistencia al estrés, una mayor longevidad y una menor incidencia de enfermedades, incluido el cáncer y la obesidad». También en la Universidad de Adelaida, en Australia, la profesora Leoni Heilbronn ha dirigido un estudio sobre obesidad y metabolismo que concluye que los beneficios del ayuno intermitente van más allá de la pérdida de peso: se reducen los niveles de insulina y también el colesterol, lo que supone bajar el riesgo de desarrollar diabetes o una enfermedad cardiovascular.
Puede que esta dieta sea buena para la salud, pero dejar de comer durante prolongados periodos de tiempo es un error cuando el objetivo es compensar un exceso previo en la ingesta de calorías. José Miguel Mulet, bioquímico y profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, afirma que no hay conclusiones firmes sobre sus efectos en la salud humana, y advierte de que puede causar dolores de cabeza, desmayos, debilidad y deshidratación.
La alternativa más saludable y efectiva, según el profesional, es mantener una dieta equilibrada, baja en calorías y con proteínas procedentes de los pescados y carnes blancas. Las frutas, las verduras y el agua ayudan a limpiar el eje hepático renal y eliminar toxinas. La piña, por ejemplo, es diurética, tiene pocos azúcares y contiene enzimas digestivas que facilitan la digestión. Es una solución menos espectacular, pero su efecto está mucho más contrastado que el de la dieta del ayuno intermitente, que, por muy prometedora que sea, de momento forma parte del territorio de la investigación científica.
La restricción calórica no es un traje a medida
Los investigadores han constatado que una fuerte reducción de energía en la dieta tiene interesantes efectos en la salud de un buen número de animales, desde la mosca de la fruta hasta los ratones, y la han relacionado con un deseado aumento de la longevidad. Pero también han visto que la restricción calórica aporta beneficios para la salud solo si se hace bajo supervisión médica, según reveló un estudio publicado en la revista Lancet Diabetes&Endocrinology. Los investigadores observaron los efectos de la práctica durante dos años, en un grupo de 143 hombres y mujeres sanos de entre 21 y 50 años. Los participantes pudieron comer lo que quisieron, siempre que redujeran un 25% el aporte calórico de su menú. Observaron que una reducción diaria de 300 calorías fue suficiente para mejorar sus marcadores metabólicos y cardiovasculares, y también condujo a la pérdida de peso y grasa corporal. No te dejes llevar por el optimismo.
La primera enseñanza de este trabajo es que la mayoría de las personas no consigue aguantar raciones tan pequeñas, y no hay nada mejor que pasar hambre durante unos pocos de meses para abrirle la puerta al temido efecto rebote. Por otra parte, vale la pena prestar atención a la opinión del doctor australiano Nick Fuller, un experto en obesidad que considera que el recuento de calorías es uno de los gestos menos efectivos para perder peso. «Es inútil porque, en primer lugar, no todas son iguales. Las nueces, por ejemplo, aunque son calóricas, tienen calorías que el organismo no absorbe por completo». Si no todas engordan igual, es francamente difícil que las cuentas de calorías acaben cuadrando.
Se sabe que los niveles de colesterol pueden aumentar hasta en un 10% debido a los excesos en la dieta, según la Fundación Española del Corazón y la Sociedad Española de Cardiología. Sin embargo, más de la mitad de los pacientes desconocen este problema y no hacen ningún esfuerzo por reducirlo, a pesar de que es uno de los factores de riesgo importantes en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Resulta que uno de los motivos que conducen a probar este tipo de soluciones es que damos más importancia a los kilos que a la salud. Pero si el aumento de peso suele ser una mala noticia, ganar unos indeseados kilos de forma puntual tampoco es tan grave. Mulet recomienda tener paciencia, volver a una dieta equilibrada, una vida activa y no ponerse metas muy ambiciosas a corto plazo, ya que no cumplir con las expectativas hace que la gente abandone. «Poco a poco, todo volverá a su cauce», asegura.
Dietas desintoxicantes, ¿qué sabes de ellas?
Vale, las fiestas han sido largas y las comidas, cenas, aperitivos y meriendas, copiosas, pero no has estado comiendo polvorones con salmonella. Puede que uno esté más rellenito, pero no intoxicado… Con esta idea en mente, huelga decir que las dietas llamadas de desintoxicación no son las mejores aliadas. De hecho, Stephen Powis, director médico del Servicio Nacional de Salud británico (NHS, por sus siglas en inglés), ha alertado estas fiestas del daño potencial de estos productos. Algunos de ellos contienen ingredientes con efecto laxante que pueden provocar diarrea, problemas cardiacos y otras consecuencias no deseadas en la salud.
Además, dice Powis, la probabilidad de que funcionen en la pérdida de peso es muy escasa, incluso pueden hacer más mal que bien. Si se abusa de ellos, algunos compuestos de la hoja de sen, la yerba mate, las semillas de hinojo o las hojas de ortiga irritan el recubrimiento del intestino alterando su naturaleza y sus funciones. Powis advierte también del riesgo del diente de león por su interacción con algunos medicamentos al modificar su descomposición en el hígado.
Este órgano, con el riñón, ya son suficientemente buenos eliminando toxinas, y Mulet asegura tajante que no hay ninguna razón convincente para usar regímenes de desintoxicación en el control de peso. «No existen dietas para eliminar toxinas ni depurar el organismo. Solo hay dietas equilibradas y dietas que no lo son», señala. Una revisión de estudios realizada en la Universidad Macquarie, en Australia, ha concluido que hay muy poca evidencia clínica que las respalde. Aunque de algunos estudios sí se desprende su efectividad para eliminar peso y grasa, son trabajos con metodologías defectuosas, escasa revisión y muestras muy pequeñas.