El paludismo cerebral, la manifestación más severa de la enfermedad, afecta principalmente a niños menores de 5 años. Ahora, un equipo científico español ha demostrado que el hipotiroidismo protege de ella y ha descubierto una posible nueva terapia. Los experimentos se han hecho en ratones y los resultados se publican en la revista Science Advances.
Es una enfermedad infecciosa que se transmite a los humanos a través de la picadura de un mosquito Anopheles infectado con el parásito Plasmodium y la forma cerebral es la complicación más grave, que puede ocasionar la muerte. Se produce cuando las células sanguíneas infectadas de parásitos consiguen romper la barrera hematoencefálica del cerebro, provocando una entrada masiva en el sistema nervioso central de glóbulos rojos infectados y de células del sistema inmune activadas.
En partes de la población de aquellas regiones con más casos de esa enfermedad, principalmente África, hay deficiencia de yodo y, por tanto, hipotiroidismo endémico: cuando la ingesta de este nutriente es baja, la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas, explican desde el Instituto español de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (IIBM) –del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Autónoma de Madrid– que lidera el equipo.
Malaria e hipotiroidismo afectan a millones de personas, pero aún no se había estudiado si la deficiencia de yodo puede agravar el desarrollo de la malaria cerebral o, por el contrario, mejorar su pronóstico.
El estudio
Para profundizar en esto, los equipos del IIBM de Ana Aranda y Susana Alemany, en colaboración con otros grupos de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Complutense de Madrid y el Centro de Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, utilizaron modelos experimentales de ratón con paludismo cerebral. El objetivo: analizar el efecto del estado tiroideo sobre la enfermedad.
Y es que las hormonas tiroideas modifican el metabolismo y cada vez hay más evidencias de que el estado metabólico del paciente infectado tiene una fuerte relación con la capacidad del organismo para combatir infecciones, detalla a Efe Alemany.
En sus experimentos, los investigadores compararon la respuesta a la infección con Plasmodium de ratones sometidos a una dieta normal con la de ratones con una dieta pobre en yodo, suplementada con fármacos antitiroideos durante un mes.
Resultados
El 100 % de los ratones con función tiroidea normal murió a los 6/7 días después de la infección, mientras que más del 40 % de los que recibieron una dieta baja en yodo y fármacos siguió vivo más allá de dos semanas.
El hipotiroidismo, aseguran los autores, previno la inflamación y compresión del cerebro y el consecuente bloqueo de la circulación sanguínea cerebral, causas principales de muerte por malaria cerebral.
Esto sugiere que los niños que viven en zonas de deficiencia de yodo podrían estar protegidos de la malaria cerebral, y la administración de fármacos antitiroideos podría constituir una aproximación novedosa para combatir la enfermedad.
Pero no es tan sencillo. Los científicos descartaron esta opción porque las hormonas tiroideas son necesarias para un correcto desarrollo cerebral en la infancia, pero se fijaron en una proteína llamada Sirtuina 1 o Sirt1, una de las enzimas clave que regulan el estado metabólico dentro de las células.
Durante el estudio de los mecanismos por el que el hipotiroidismo protege contra la malaria cerebral, pudieron demostrar que en dicha protección estaba implicada la activación de esa proteína.
Fármaco activador de Sirtuina 1 contra la malaria
La administración de un fármaco que activa Sirt1 fue capaz de mimetizar los efectos del hipotiroidismo en animales normales, evitando el colapso de la circulación cerebral, disminuyendo los síntomas neurológicos e incrementando su supervivencia.
“El uso de activadores de Sirt1, en combinación con los fármacos utilizados para inhibir la reproducción del parásito, podría ser útil para el tratamiento de la malaria cerebral humana, que sigue representando un importante problema clínico en los países endémicos”, resumen desde el IIBM.