En la encrucijada de la búsqueda del progreso y el éxito, muchos jóvenes ecuatoguineanos han sido seducidos por la promesa de que un título académico es el boleto dorado hacia un futuro brillante. Sin embargo, este artículo desafía esa noción señalando que la creencia ciega en el título académico como garantía de éxito y la realización personal, son en sí, una falacia que merece ser cuestionada y desafiada. A través de una reflexión profunda, se examina la brecha entre las expectativas generadas por la educación formal y las realidades del mercado laboral.
Neftalí Okenve argumenta que “la verdadera esperanza para salir adelante no reside en un pedazo de papel enmarcado en la pared, sino en la capacidad de adaptarse, aprender y crecer en una sociedad que está en constante cambio”. El articulista destaca las duras realidades que se enfrentan los jóvenes graduados: la saturación del mercado laboral, la falta de un buen «padrino’ que te «enchufe» en un ministerio o en una entidad privada, los prejuicios y discriminación en el proceso de contratación, sin obviar la discriminación por género, etnia o por alguna discapacidad, además del desajuste entre las habilidades adquiridas y las demandas en el mercado laboral. Okenve sostiene que éstas son solo algunas de las duras realidades que se enfrentan muchos jóvenes graduados en nuestra sociedad.
Cabe resaltar que, la actitud del propio individuo en sociedad es también un aspecto fundamental, para el éxito del mismo, especialmente en el contexto laboral. Las aptitudes o conocimientos adquiridos durante la formación académica y habilidades técnicas son importantes, pero la actitud, que incluye un comportamiento modélico, humildad, respeto hacia los demás, ética laboral, perseverancia y carácter positivo, también desempeñan un papel crucial para llegar al éxito.
Por otro lado, la sociedad misma a menudo perpetúa la percepción de que un título académico es el camino único, idóneo y deseable para llegar al éxito y la estabilidad económica, pero es un ERROR, porque esta narrativa no solo subestima otras formas de aprendizaje y desarrollo profesional, sino también aumenta la presión sobre los individuos, para obtener títulos universitarios independientemente de su idoneidad o interés.
Además, los empleadores y el mercado laboral en sí mismos, a diario perpetúan este desajuste social. La discriminación basada en la clase social, por ejemplo: los empleadores a menudo muestran preferencia hacia candidatos que provienen de antecedentes socioeconómicos privilegiados, más conocidos como «Los Más Refinados», de ahí surge la famosa “contratación por recomendación». Esta práctica conlleva a la exclusión de las personas de las clases sociales más bajas, independientemente de sus competencias y habilidades.
Con este artículo, se ofrece una visión general de nuestra sociedad sobre el éxito a través de un título académico, capturando su esencia y motivando a los lectores a reflexionar sobre la relación entre la educación formal y las expectativas laborales en Guinea Ecuatorial. Es hora de abandonar la ilusión y abrazar la realidad: “la verdadera grandeza yace en la determinación, la creatividad y la resiliencia de cada individuo, más allá de cualquier título académico”.