La violencia que ha provocado cientos de muertes civiles y más de dos millones de exiliados no remitió en Ucrania tras el primer encuentro a alto nivel entre ambos bandos desde el inicio del conflicto el 24 de febrero, que terminó sin avances hacia un alto el fuego.
El ejército ucraniano alertó en un informe a medianoche que «el enemigo está intentando eliminar las defensas de las fuerzas ucranianas» en numerosas localidades al oeste y el norte de Kiev con el objetivo de «bloquear la capital».
Esta fuente no excluyó «un movimiento del enemigo hacia el este en dirección a Brovary», a las puertas de Kiev.
Fortaleza de Kiev
El alcalde de la capital, el célebre exboxeador Vitali Klichkó, dijo que la mitad de la población se había marchado y que la ciudad, antes con casi 3 millones de habitantes, «se había transformado en una fortaleza».


«Cada calle, cada edificio, cada punto de control se ha fortificado», aseguró.
Las fuerzas invasoras han rodeado al menos cuatro grandes ciudades ucranianas y han enviado vehículos armados al flanco noreste de Kiev, donde suburbios como Irpin o Bucha llevan días bajo las bombas.
Los soldados ucranianos allí describieron intensos combates para controlar la principal autopista que lleva a la capital y reporteros de AFP vieron disparos de misil en Velyka Dymerka, justo en el límite de la ciudad.
«Es espantoso, ¿pero qué puedes hacer? No hay lugar adónde huir o escondernos. Vivimos aquí», decía Vasyl Popov, publicitario de 38 años.
El ministerio británico de Defensa indicó que esta estrategia de rodear ciudades «reducirá el número de fuerzas disponibles para avanzar y ralentizará el progreso ruso».
Pero mientras, no hay respiro para estas ciudades asediadas. Las tropas rusas buscan nuevos objetivos como Dnipró (centro), urbe hasta ahora a salvo de ataques, o Lutsk (noroeste).
«Ha habido tres ataques aéreos en la ciudad, impactando una guardería, un edificio de apartamentos y una fábrica de calzado de dos plantas donde se ha declarado un incendio. Una persona ha muerto», indicaron los servicios de emergencia en Dnipró.
Por su parte, el ministerio ruso de Defensa indicó que «los aeródromos militares de Lutsk y de Ivano-Franovsk (oeste) quedaron fuera de servicio».
Ataque al corredor humanitario
En el estratégico puerto de Mariúpol, en el mar de Azov, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció «un ataque con tanques» en la ruta por donde había enviado un convoy con comida, agua y medicamentos para la ciudad. «Es el terror asumido, el terror descarado», dijo.
La situación se ha descrito como «apocalíptica» en esta ciudad donde el miércoles fue bombardeado un hospital pediátrico, causando la muerte de tres personas, incluida una niña, en un ataque condenado de manera rotunda a nivel internacional.
Su alcalde Vadim Boishenko aseguró que la aviación rusa bombardeaba zonas residenciales «cada 30 minutos» el jueves, «matando a civiles, ancianos, mujeres y niños». Según él, más de 1.200 residentes murieron tras diez días de asedio.
Y el representante local del Comité Internacional de la Cruz Roja, Sasha Volkov, alertó que algunos residentes «han empezado a pelearse por la comida» y que muchos se quedaron sin agua potable.
Aunque con desavenencias y reproches de incumplimientos, ambos bandos acordaron corredores humanitarios que permitieron la evacuación en los últimos dos días de unos 100.000 civiles de Sumy (noreste), Izium (este) y de la periferia de Kiev.
Moscú aseguró que iba a abrir diariamente corredores para evacuar civiles hacia territorio ruso, pero Kiev ha rechazado las rutas que lleven a territorio enemigo.
La Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR) ha estimado que el conflicto ha provocado más de 2,3 millones de personas y otro 1,9 millones de desplazados internos.
Además, Naciones Unidas indicó que otros dos hospitales de maternidad fueron atacados y destruidos además del de Mariúpol. Según la encargada de derechos humanos del Parlamento ucraniano, Liudmyla Denisova, 71 niños han muerto en esta guerra y más de 100 resultaron heridos.